En esta columna el abogado Prado recuerda lo acontecido hace 49 años. Advierte sobre el terror desde el Estado. La persecución a opositores. Recuerda la violencia previa al golpe cívico militar. “No había en mi barrio alguna manzana sin la existencia de un acto aberrante de los militares y fuerzas de seguridad”, recuerda asimismo el columnista, lo ocurrido tras el 24 de marzo de 1976. Es un testimonio útil y valioso. Cuando actualmente -por complicidad, o para defender a familiares cómplices o involucrados en los hechos- desde el propio gobierno nacional se trata de esconder lo ocurrido o difundir y promocionar una versión tergiversada.
Por Juan José Prado*

Desperté aquel 24 de marzo de l976, y como es esa vieja costumbre que me caracteriza, prendí la radio. Entonces escuche una banda militar. Iba por cadena nacional. Y se escuchaba la lectura de un bando militar. Transitaba por aquellos días los 43 años; y ejercía activamente la abogacía en la Capital y acá en la provincia.
Desde mayo de 1965 vivía en olivos, en la calle Fernan Félix de Amador cerca del Acceso Norte. Junto a mi esposa Maria Arslanian y mis dos hijos Juan Jose, 13 años, y Maria Victoria 10; estudiantes en escuelas publicas, la Nº 8. No me sorprendía oír una vez más un bando militar que anunciaba la toma sediciosa y violenta del gobierno.
El clima político, económico y social tras la muerte de Juan Domingo Perón y la violencia social, en especial desencadenada en toda América del Sur, presagiaba la llegada de políticas extremas. Encarnadas por sectores económicos nacionales y extranjeros, de la Iglesia afectada institucionalmente, y las logias militares enfrentadas.
Años antes, en 1972, había podido constatar el significado de la libertad de un joven; y la lucha contra ese estado desde el poder militar autoritario. Así lo escribí, en La Causa de Lalo (Editorial Lerner, 2020). Mi experiencia profesional en un contexto caótico y el poder militar autoritario presidido por Agustín Lanusse.
“Los golpistas siempre obtuvieron el respaldo del Poder Judicial a través de
sus acordadas complacientes”
El gobierno de facto vigente en 1972 había desplazado al presidente Arturo Illia y a su vice Humberto Perette. Era el periodo bonapartista argentino, iniciado por el dictador Juan Carlos “La Foca” Ongania en 1966; tristemente celebre, por ejemplo, por “la noche de los bastones largos”, cuando la empreNdió contra universitarios de la UBA.
Siempre que se avizoraba la posibilidad de que un gobierno popular aplicara una decisión favorable al pueblo, por más democrático que fuera ese gobierno, era desplazado por las fuerzas armadas. Usaban el denominado y repetido “golpe militar”. Rutina que se ejecutó desde el 6 de septiembre de l930.
Los golpistas siempre obtuvieron el respaldo del Poder Judicial a través de sus acordadas complacientes. Cuando el “orden establecido” advertía que sus cimientos podían llegar a ser removidos, y que las urnas no iban a satisfacer sus pretensiones, con personajes manejables, buscaban la respuesta favorable en los cuarteles.
Aquellos golpes cívico militares no hubieran prosperado sinla existencia de un parte de la sociedad con un profundo odio clasista. Como abogado, el los años que precedieron al golpe del 76 advertí el desgaste de una generación que había sido exclusiva protagonista de la dirección de la Asociación de Abogados de Buenos Airers.
Era la representación mayor de la corporación de la abogacía a nivel nacional. Se jactaba de su “lucha” contra el “autoritarismo del peronismo”. Era una bandera que la corporación exhibía con orgullo luego del golpe militar de 1955, (golpe violento con más de 450 muertos en Plaza de Mayo, contra a un gobierno democrático).
“No había en mi barrio alguna manzana
sin la existencia de un acto aberrante.”
El gobierno depuesto había sido elegido por amplia mayoría, con instituciones respetadas y en funcionamiento. Con la vigencia de una Constitución, de 1949, votada por una Asamblea Constituyente elegida por el Pueblo. Ese golpe suprimió el funcionamiento de las instituciones y la vigencia de la Constitución Nacional.
Los golpistas avalaron la muerte violenta de los opositores. Los trataron de “sediciosos”, incomprensiblemente, conspicuos hombres de derecho, que además encabezaron “campañas de educación cívica”. Dejando la verdadera sedición y las muertes producidas por los verdaderos sediciosos a un costado.
Eran abogados para servir al orden establecido. Y la estructura del ejercicio profesional institucionalmente se adecua a ese fin. En su momento sus miembros participaron de la gestión del golpe de 1955, del 66 y en el 76. El odio los une y permite hacer para que los odiados no participen más en política. El odio al peronismo, por ejemplo, es una constante en una porción de nuestra sociedad.
“A partir de aquel 24 de marzo vivimos a merced del terror de Estado.
Se sometió a la política.”
El 24 de marzo de 1976 comenzaron los allanamientos de propiedad, secuestros de personas, desaparición de vecinos. No había en mi barrio alguna manzana sin la existencia de un acto aberrante. Los militares y fuerzas de seguridad estuvieron a cargo del Terrorismo de Estado planificado y aplicado.
Mi casa, la casa del abogado, se constituyó en el lugar de abroquelamiento y encuentro de mis vecinos. Todos eramos vigilados. Nadie puede opinar contra la gestión de quienes gobiernan. Toda expresión comunitaria solidaria, desde las cooperativas escolares, eran espacios subversivos, del enemigo interno.
Un manual se repartía, escrito por Juan Jose Catalano. Estudiantes, médicos profesionales en general sospechados de no compartir el autoritarismo impuesto, sometidos al ultraje cuando no a la desaparición. A partir de aquel 24 de marzo vivimos a merced del terror de Estado. Se sometió a la política.
Esa situación cesó cuando la voz del pueblo en las calles despertó y dijo basta. A 49 años de aquel comienzo nefasto se vuelve a pretender acallar la voz del pueblo. No es lo mismo. Estamos en democracia. En 1985 dijimos Nunca más. No tienen cabida quienes pretenden silenciar la voz del pueblo, suprimir el derecho de expresarse o censurar el pensamiento.
*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires AABA. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA.












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