Por Víctor Bruzzoni, San Isidro, Sociedad

Caso Del Río: A propósito del último parricidio en San Isidro

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Por Víctor Bruzzoni
Redactor especial

 “La relación entre padres e hijos esconde más de un motivo de hostilidad; hay sobradas condiciones para que emerjan deseos que no pasan la prueba de la censura…cuanto más irrestricto fue el poder del padre en la familia antigua, tanto más debió el hijo sucederle, situarse como su enemigo y sentir su impaciencia de alcanzar su dominio por medio de su muerte… (Freud, 1900, “La interpretación de los sueños”, p. 265).

Históricamente el parricidio es un delito poco frecuente. Aunque de gravedad en cualquier estructura penal. Proviene de la antigüedad en plena vigencia del “pater familiae” de los romanos. Es viejo como la misma prostitución y tiende a generalizarse su tipificación.

Diversos autores entre ellos Cesare Lombroso, «el padre» de la criminología moderna, estudio a los delincuentes encarcelados en Turín allá por el año 1870. Analizó sin cesar sus comportamientos y psicologías antisociales. Puso atención en la importancia de factores biológicos, sociales, económicos y psicológicos.

Delineó varios perfiles que conformaron herramientas vitales para el esclarecimiento de complejos casos en la justicia. Solo fueron superados por la tecnología que aporto otros caminos. Los investigadores por su lado también examinaron las escenas del crimen, buscaron patrones y detalles por doquier. todo para intentar comprender por qué estas personas hicieron lo que hicieron, y cómo lo lograron.

Comenzó un era de escaneo electrónico de las mentes de distintas personalidades asesinas, con el fin de analizar si las conductas antisociales están vinculadas a estructuras y funciones cerebrales, y se logró desde la ciencia, al unísono, patrones comunes:  actividad reducida en el córtex prefrontal, el área del cerebro que controla los impulsos emocionales, y una sobreactivación de la amígdala cerebral, la zona que genera las emociones.

“¿Se puede pensar que una persona nace
con un gen asesino de esta indole?”

También, se entrevero en el tema la psicología y el psicoanálisis. Advirtieron que, en esos casos, sobrevuela una tendencia genética hacia la violencia y el maltrato infantil que importa literalmente una combinación asesina. Esto podría presumir que los homicidas nacen y se hacen al mismo tiempo.

Entonces ¿Se puede pensar que una persona nace con un gen asesino de esta indole?  El neurocientífico James Fallon, referente mundial en el estudio de la mente criminal, afirmó que hay una falta del gen que  produce una enzima llamada MAOA, que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos. Así, se descubrió que si alguien carece del gen MAOA (que se denominó “del guerrero”) o tiene una variante de baja actividad, está predispuesto a la violencia.

En sus estudios aporta una conclusión: “ellos son extremadamente fríos en situaciones de estrés. Impulsivos. Y no conocen la culpa».- Agregamos: premeditados, cargados de odio conforme a los móviles que lo potencian, salvó excepcionales casos de graves patologías mentales. Y es importante el acarreo de un sinnúmero de dificultades que trae la problemática.

Por lo tanto, parece que los asesinos de este tipo tienen cerebros que los hacen más proclives a la ira, al enfado y, a la vez, menos capaces de controlar sus actos. Es decir, serían psicópatas que carecen de  capacidad emocional, de la misma forma que otras personas carecen de capacidad intelectual.

En la práctica, algunos forenses, especifican que las alteraciones cerebrales de este tipo provocan, ante un dilema de orden moral, la activación de los dos sistemas (el cognitivo y el emocional) que se bloquean. La capacidad de razonamiento y los sentimientos o emociones se anulan. La asociación entre emoción y cognición en la toma de decisiones, al momento de asesinar, están obstaculizadas, aclaran.

Del Rio demostró ser frío, aunque en su alegato dijera que
“nunca tocaría” a sus padres.

El diario Tiempo Argentino transcribe el mensaje de María Ninfa Aquino (64), la empleada doméstica de los difuntos José Enrique Del Río (74) y Mercedes Alonso (72), a Martín Santiago Del Rio. Apurate, corre para acá. Tus padres están muertos en el garaje, dentro del auto. Dale, Martín. Por favor, apurate”, le dijo. Y su interlocutor le respondió: ¡Hola, Nina! ¿Qué pasó? Me hablas tan rápido que no te entendí. Ella entonces repitió lo dicho.

¿Acaso esa templanza era la de alguien que, de modo súbito, acababa de enterarse de su orfandad o habría quedado liberado? Esto más las evidencias probatorias acreditadas tuvieron un fuerte impacto legal en la condena. A propósito de la condena popular al parricida Del Rio, aunque el imaginario colectivo desvíe su mente hacia el escarmiento social, hay solapadamente un psicópata con fuertes trastornos de conducta. Esto es algo muy complejo de explicar, de entender y esencialmente de prevenir aun para el profesional más ávido.

Se trata, por tanto, de una conducta de autoflagelo no autómata típica del ser humano en donde conserva, en buena medida, su libre albedrío. Del Rio demostró ser frío, aunque en su alegato dijera que “nunca tocaría” a sus padres. El sólo hecho de presenciar la muerte o vivenciarla, desde cerca, puede llegar a estimular -en algunos casos-, el instinto básico de supervivencia de la especie. La sociedad debe protegerse de ellos.

Sea como sea el goce absoluto producto del crimen, cualquiera sea su causa y sus pensamientos, está llamando a responder por él. Schoklender, Barreda, Puch también podría estar en lista, y ahora Rios, entre otros, ya son parte de esta historia.

*Abogado. Exjuez del fuero laboral

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