Derecho, Opinión, Por Víctor Bruzzoni

Crimen de Coghlan sin responsables

(Foto ilustrativa Chequeado)

Diego Fernández Lima (1968-1984) (Foto ilustrativa Chequeado)

Por Víctor Bruzzoni*
Redactor especial

Se trata de Diego Fernández Lima, adolescente de 16 años, ojos castaños, 1.72 de estatura. El joven Fernández desapareció el 26 de julio de 1984 en el barrio porteño de Coghlan. Integraba las divisiones inferiores de fútbol del Club Excursionistas. Y cursó la secundaria en la ENET N° 36, Almirante Brown.

Su ausencia marcó la historia familiar y del fútbol local, y dejó huellas en Belgrano. La policía, en un primer momento, minimizó la desaparición. La asoció, erróneamente o por prejuicios, a la edad como una “huida voluntaria”. Se abrió una causa por fuga de hogar. En rigor, nunca lo buscaron y la causa se cerró.

No existían en esos años protocolos de actuación. La sociedad salía de la última dictadura. Los padres del joven Diego, sin embargo, continuaron permanentemente la búsqueda. Pero sin resultados. La falta de respuestas claras no los desanimó. La espera fue extensa. Pero tuvo un trágico final. El caso cobró notoriedad luego de 40 años.

Fue cuando aparece su cadáver durante una demolición en una vivienda lindante en el patio de la casa vecina en la que habitó el cantante, Gustavo Cerati, en los años ’80 (Av. Congreso al 3700, en la CABA). Los obreros hallaron restos óseos en una fosa. El cuerpo, había sido enterrado en la medianera, aunque del lado del domicilio de Cristian Graf (58).

Graf no era cualquier persona, sino que haba sido compañero de colegio de Fernández Lima al momento de la desaparición. Los análisis forenses y las pruebas de ADN confirmaron que los restos pertenecían al joven desaparecido. Esto cerró una búsqueda familiar intensa.  Actualmente, Graf reside en el mismo domicilio.

“La acción penal por el homicidio precedente está prescripta y las conductas atribuidas no configuran delito”

En causa actual intervino el juez Alejandro Litvack. Este magistrado previamente indago a Graf. Por su parte, el fiscal, Martín López Perrando, tomó declaración a varios ex compañeros del colegio; y también al albañil que halló los restos óseos enterrados en una tumba pequeña e improvisada a solo 60 centímetros de profundidad.

El juez decidió dictar sobreseimiento por los delitos de encubrimiento y supresión de evidencia. Argumentó que Graf llegó a su domicilio —lindante con la obra donde se encontraron los restos— y la investigación estaba en marcha, con el área vallada, el personal evacuado y la policía científica trabajando en el lugar.

“A esa altura, difícilmente podría desviar una investigación ya comenzada, ya que no tuvo ningún acto (…) con las autoridades policiales ni judiciales”, sostuvo. Remarcó además que Graf no mintió ni aportó pistas falsas para entorpecer la pesquisa. Y que sus dichos fueron “expresiones realizadas a otras personas”, sin incidencia en la causa”.

“La acción penal por el homicidio precedente –sentenció el juez- está prescripta” y “las conductas atribuidas no configuran delito.”. Al notificarse la resolución a Graf -de regreso a su domicilio- este celebró la decisión judicial. Y aseguró sentirse “mucho más tranquilo” tras la decisión del magistrado, que determinó que no existían pruebas en su contra.

En declaraciones a la prensa, el dueño de la vivienda, donde se hallaron los restos del joven, y ex compañero de escuela de la víctima, criticó duramente las acusaciones en su contra. “Se inventaron cosas (…) fue todo inventado”, expresó. Y apuntó contra quienes, según él, impulsaron una causa “sin fundamentos”.

*Abogado. Ex juez del fuero laboral

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