Que el cierre del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti supera con creces una decisión meramente económica es evidente. En su columna el doctor Prado (91) lo explica. Y, entonces, relata hechos que tienen que ver con la memoria colectiva que intentaron borrarse. Algunos incluso, los relató antes en sus libros. Y con seguridad, en lugares como el Conti se impedía que se borren. El sábado 4, a las 18, habrá una manifestación «con velas encendidas» fuera del Conti, bajo la consigna “Una memoria que arde».
Por Juan José Prado*

El gobierno de Javier Milei ha decidido cerrar el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Es porque piensa que hay que borrar de la memoria colectiva ciertas cosas, que tal vez molesten o pongan en evidencia varios hechos. Por aplicación de la ley se ordena el cierre del lugar donde se recordaban los ataques a los derechos humanos.
Con esa misma lógica hay que borrar de la memoria colectiva los bombardeos del `55, los fusilamientos de José León Súarez y de los que reclamaban la vigencia de la Constitución del `49. Y por supuesto, lo que remita al terrorismo de Estado en 1976, las “desapariciones forzosas”; secuestro de niños y robo de identidad.
Es interesante recordarlo y debatirlo desde la ciencia del derecho. A partir de 1955 no tenemos Constitución Nacional. Fue dejada sin efecto por el decreto de un dictador; que la llamada “justicia” avaló ¿Por qué lo consentimos los abogados? Otro interrogante: ¿Y si lo que modificamos en 1994 no era la Constitución vigente?
En la década del 2000 empecé a bosquejar unas memorias personales que plasmé en el libro “De ideales y Compromisos” (Ed.Cathedra Juridica 2008). Viene a cuento lo que en la oportunidad escribiera sobre el perfil reducido de abogados preocupados y ocupados por los derechos humanos. Lo adelanto: eran pocos.
“Pude advertir que los que habíamos comenzado a militar
por los Derechos Humanos éramos pocos…,
En la pagina 378 de aquel libro relataba algo que puede que, al lector en general -ya no solamente a las y los abogados-, le haga pensar sobre la importancia de las mayorías y minorías del pensamiento colectivo de nuestra sociedad. Y lo interpele sobre el lugar de su propio pensamiento. Entonces escribí:
“Pude advertir que los que habíamos comenzado a militar por los Derechos Humanos éramos pocos…,cuando pasábamos lista, nos encontrábamos siempre los mismos levantando la mano. Los que comenzamos en el 72, seguíamos siendo los mismos en el 83. De ello puedo dar prueba cuando se produjo el caso –entre otros, porque puedo sumar muchos más- ocurrido en Rosario, del secuestro y posterior fusilamiento de los militantes Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi.
En esa oportunidad, formando parte de una Comision de Abogados integrada para contribuir en la investigación de los hechos en la Capital, junto con Augusto Conte Mac Donell, Emilio Mignone, Boris Pasik, Nilda Garre, Nestor Vicente, Ricardo Molinas y otros, me correspondió, en el mes de junio de 1983, ir hasta la ciudad de Rosario en búsqueda de algún abogado que se hiciera cargo de la denuncia y patrocinara a los familiares de los militantes asesinados.
“El mismo día que el joven se hizo cargo, le reventaron el automóvil
en el lugar donde lo estacionaba.”
En mi carácter de expresidente de la AABA (…) visité el Colegio de Abogados de Rosario que, en esos años, tenía mas de siete mil abogados matriculados. Me recibió un viejo conocido de los encuentros que tuviera cuando presidí la Asociación, el presidente de dicho Colegio, el Dr. Saccone. El Colegio se había pronunciado respecto de un tema de competencia del juez que investigaba los hechos vinculados a la muerte de Cambiaso y Rossi, pero el propósito era conseguir un abogado de matricula de Rosario. Pero no conseguí incorporar un abogado. Todos se excusaban.
(…9) Augusto Conte me llama y me cuenta que consiguió un joven abogado en Rosario, que estaba vinculado a la Democracia Cristiana y que se iba hacer cargo de la denuncia. El mismo dia que el joven se hizo cargo, le reventaron el automovil en el lugar donde lo estacionaba. Y le pusieron una bomba, en la puerta de su casa donde funcionaba su estudio. Resultado: el abogado renunció al patrocinio.
Me pareció útil la memoria. Recordar un hecho del pasado reciente -1983- de nuestra vida política. Impreso también, para los curiosos de la historia, en el diario La Capital del 10 de junio de 1983. En aquel entonces en Rosario me acompañaron los abogados Esterkikn, Piñeyro e Imbern. Aquellos que hemos podido vivir algunos años más de vida, que otros, verán que siguen presentes los mismos nombres.
Hoy seguimos consintiendo los abogados. Milei decidió cerrar toda una institución dedicada a la difusión de la memoría sobre el avance contra los derechos humanos para instrumentar un plan económico ¿Quiénes fueron las víctimas? ¿Quienes apoyaron las políticas de los derechos humanos? El Centro Haroldo Conti era una fuente de todo esto, por eso había que cerrarlo.
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