El presente es uno de los tiempos más originales que nos ha tocado vivir a quienes habitamos por estos lares de Sudamérica, de un tiempo largo a esta parte. Pasamos pestes e inundaciones que nos exigieron mudar de lugar, dictaduras que nos exigían silencio y fueron letales (ni pensar en que fueron mejores tiempos), pero permanecer aislados en nuestras casas con la premisa de eludir el aislamiento solo en caso excepcional para cuidar la vida, no se recuerda. María Leira es una vecina de la zona norte que se anima a ponerlo en palabras. Bienvenida sea.
Por Maria Leira*
El mundo parece en pausa, expectante, desconcertado. No existe conocimiento empírico. No sabemos qué modelo exitoso imitar. Hasta hace unos días, todo tenía solución precedente para googlear. Ahora todo es día a día, tan literal e invalorable. Día a día, mucho no podemos proyectar más que pensar en qué cenar, tanto el que puede cocinar algo como el que, entrada la tarde, todavía no sabe cómo hacer un mango para poder comer algo en un rato.

Imagen ilustrativa Pinterest
Lo realmente importante y necesario se transforma en el motor de nuestras emociones. Lo más primitivo y primordial ahora es lo realmente necesario. Algo a veces en desuso, como un abrazo, parece ser la única prueba tangible que nos asegurará que, de verdad, esto ya pasó y es el inicio para responsabilizarse por todo lo que dijimos que íbamos a hacer cuando no se podía. Ahora habrá que cumplir, valorar, demostrar, describir el sentido de la vida de algún modo diferente a la descripción de antes.
Pero aunque todo el contexto sea tan diferente, seguimos siendo los mismos. Si, los mismos atravesados por una situación extrema, mostrando toda nuestra esencia. El que solía esconder su peor versión, bajo una máscara de buena gente, no puede sostenerla porque esa máscara cae ante su accionar. El que siempre supo dar y sostener solo deja el anonimato. Y el que se mantenía al margen como un espectador, empieza a desempeñar un rol protagónico ante lo impredecible y lábil (para este último, sin dudas fue un gran aprendizaje).
Lo que nunca abunda, ahora sobra. Tiempo, el bien más preciado en un mundo tan presuroso. El tiempo sabe ser traicionero o un gran aliado. El tiempo nos da la oportunidad de pensar, reflexionar, reencontrarnos; dejar salir recuerdos en forma de fotos, proyectar, buscar oportunidades; nos deja sentir ausencias, angustia, miedos, felicidad. Parecería que prisa y sentir no se llevan muy bien.
Será cuestión de aprovecharlo, de ser resilientes una vez más, de buscarle la vuelta para salir enriquecidos. Que al que se le cayó la máscara pueda reflexionar acerca de cómo se sintió al quedar desnudo y exponer sus miserias. Que el que siguió sosteniendo empiece a ser el héroe. Y el que asumió un nuevo rol se convenza de que se puede cambiar el rumbo, de que es el principal responsable de que eso pase. Ojalá llegue rápido el abrazo y digamos con un suspiro de alivio: ya pasó.
*Vecina de Vicente López
Silvana
Interesante reflexión en tiempos de cuarentena, a lo que yo le agregaría «bendito tiempo» , el que «nos da la oportunidad de pensar, reflexionar, reencontrarnos», como dice Maria.
Contradictorio por las circunstancias pero enhorabuena por el cambio abrupto que sacude desde nuestras entrañas…hacia el más preciado planeta Tierra.
Gracias María!
Franco Marelli
genia maria leira
«Que al que se le cayó la máscara pueda reflexionar acerca de cómo se sintió al quedar desnudo y exponer sus miserias»
«Será cuestión de aprovecharlo, de ser resilientes una vez más, de buscarle la vuelta para salir enriquecidos»