Arte, Teatro, Vicente López

Lorca para armar en la Casa Icono de Olivos

Con la actuación de la experimentada, Silvia Piccoli, y la dirección de Luis Gec, el grupo teatral de Vicente López, puso en escena un original guion dramático elaborado por el propio  Gec con textos de Federico García Lorca sobre mujeres. Lleva por título, No es la ceniza en vilo. La puesta no llega a la hora de duración pero la potencia de los textos y la sólida actuación de Piccoli consiguen un espectáculo que conmueve a las y los espectadores. Aunque se gestó antes de la pandemia, recién ahora llega al escenario; y a futuro saldrá de la Casa Icono a San Fernando, Tigre y el resto del conurbano.

El personaje, una mujer de pueblo, sale de escena despacio. Suena el tema, Tierra tan Solo, de y por la colombiana Marta Gómez. Se prenden las luces de la sala. Una mujer del público adelante, y un hombre atrás, no se conocen y tal vez nunca se conozcan, pero ambos se quedan sentados mirando el escenario. Están petrificados. Están emocionados. 

No es la ceniza en vilo, es una obra de teatro corta con un libro elaborado con textos de Federico García Lorca sobre las mujeres. Luis Gec estuvo alrededor de un año recopilando, incorporando y sacando párrafos de las obras del recordado poeta andaluz asesinado por el franquismo en los años ´30, del siglo último. 

Una y todas las mujeres

El resultado es espléndido. No solo por los textos y el recorte de Gec. Sino también por la actuación sólida de Silvia Piccoli, reconocida actriz, docente teatral y directora de la región. Gec, que supo ser su alumno, y su actor dirigido en otras obras, como director contiene a la actriz, que se templa, se suaviza y se deja fluir.

No llega a la hora la obra. La escenografía es un llano desprovisto, paja por doquier, y un lugar prominente, como un fardo,  donde la mujer de marras, Piccoli, la actriz, desarrolla sus parlamentos sentada, o parada. También camina. La intimidad es la condición de la Casa Icono, en cuya sala entran no más de 15 espectadores.

El personaje puede ser una y todas las mujeres. En sus miradas penetrantes, cálidas, serias, tristes, pasa revista por una vida larga. Por la vida de cualquier mujer, o la de todas. En un atado de tela lleva un ovillo de soga, unas fotos, una botella para aplacar la sed, o aplacar la rabia. No hay una historia particular en la puesta. Pero hay historia; y hay historias.

Lorca para armar

Luis Gec y la dramaturga, Mónica Landolfi, en la función del domingo último

“Hay cosas que no se pueden decir. Porque no hay palabras” recita el personaje en un momento. Y en el teatro, como en el cine, las palabras sobran cuando la comunicación fluye por el andar, los movimientos del cuerpo, el rictus, la mirada. Y la palabra cobra valor cuando expresa con el tono justo lo que hay que expresar. Así actúa Piccoli.

Yo quería una obra que me interpelara” reveló la actriz, luego de la función fuera del personaje. Gec no escondía el compromiso tomado, el desafío, de dirigir a la que alguna vez también fue su maestra. Y tampoco escondía el pudor, infundado, en llamar “una obra de Lorca”, a ese armado sólido y profundo que logró con los textos.

La actriz y directora Piccoli con un ramo de flores que le regaló su hija tras la función

No es la ceniza en vilo nació antes de la pandemia, y un poco por esto y otro poco por las vueltas de la vida recién hace poco pudo llegar al escenario. Hubo dos funciones en la Casa Icono. El elenco que completa, en la asistencia, Mónica Raccagni, dentro de poco comenzará una gira regional, por San Fernando, Tigre, y por otros municipios.

Gustavo Camps

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