La legisladora también es candidata a la vicepresidencia por el partido neofascista La Libertad Avanza. Hoy organizó un acto de apoyo al terrorismo de Estado, donde invitó a victimas de agrupaciones armadas en los años `70. El periodismo no pudo ingresar al salón Dorado, por expreso pedido de la legisladora neofascista, informó un empleado de la Legislatura. Allí se hizo el «homenaje». La Mesa de Organismos de Derechos Humanos y el Encuentro Memoria Verdad y Justicia realizaron un acto de repudio en la vecindad de la Legislatura de la CABA.


Miles de militantes, y organismos de derechos humanos, repudiaron la convocatoria de la diputada neofascista, Victoria Villarruel, a un acto de reivindicación del terrorismo de Estado. Fue en la Legislatura de La CABA. El acto tuvo lugar hoy lunes en el salón Dorado de la Legislatura con un estricto control de ingreso, documento en mano.
“Al salón no van a poder entrar, por pedido expreso de la diputada (…). Ella hace su acto y es la que dice quién entra”, le dijo al periodismo presente en la puerta de las Legislatura, en Perú al 100, un empleado de la casa. También dijo que según la capacidad podrían ingresar a la sala de prensa pues “la Legislatura no les prohíbe el ingreso a los periodistas”, aseguró.
Luego se supo que sí fueron autorizados a ingresar al menos cuatro medios de comunicación. Privilegio que ni siquiera tuvieron medios de prensa acreditados en la Legislatura. Sobre esto algunos referentes políticos especulaban con que, con el acto, Villarruel trató de atraer votantes de fuerzas armadas y de seguridad, con lo cual se aseguró una comunicación sólida.
Controles estrictos

En ese clima también los invitados fueron controlados estrictamente para ingresar, DNI en mano. Y en un momento, incluso, se les indicó que ya no entrarían por Perú, pero si por Yrigoyen al 600 (a la vuelta), pero allí cerraron también las puertas. Sin embargo, los propios invitados golpearon insistentemente la puerta y así varios lograron finalmente entrar.
Las adyacencias en Av. Roca al 500 y al 600; av. Yrigoyen al 500 y al 600; y Perú entre el 50 y el 200, estuvieron cerradas al paso con vallas de hierro; y solo se podía entra con DNI en mano, un lapso corto por Yrigoyen al 600 y luego por la misma calle al 500. En cada uno de estos sectores columnas de manifestantes gritaban consignas contra la última dictadura.
En Perú al 50 se cantaban las típicas consignas de los organismos de derechos humanos –“¡Son 30.000! ¡Ole Ola/Ole Ola/Cómo a los nazis les va a pasar/Adonde vayan los iremos a buscar! -. Y los manifestantes golpeaban las férreas estructuras de las vallas. En ningún momento los manifestantes pretendieron avanzar hacia la Legislatura. Solo manifestaban.
El comentario vale pues circuló un video donde policías de la ciudad (de pechera celeste) “hacen fuerza” para contener las vallas. Pero en rigor lo hacen más como pose, para el video, que por peligro de que se muevan las pesadas estructuras. En un momento de edificios dentro de la zona vedada al público cayeron “manitos (volantes pequeños como una mano).
Son 30.000

Allí se leía “son 30.000”; también “Terrorismo de Estado nunca más”. En ese sector, entre los que llegaban para el acto de Villarruel no pasó inadvertido un grupo de ocho o diez jóvenes, todo varones, bien vestidos, de entre 20 y treinta años, que llegaron todos juntos. Ante la consulta del periodismo señalaron que eran de una agrupación que apoyaba a Villarruel.
En un momento, quien llevaba la voz del grupo, un poco mayor al resto, señalo textual a un periodista: “Hoy queremos reconocer a las víctimas del terrorismo de Estado…”. Cuando se dio cuenta del furcio se disculpó: “Perdón, perdón…del terrorismo de los años ´70. Para que se conozca la verdad completa”, prosiguió sobre el motivo que los acercaba a la Legislatura.
Fuera de las vallas, en Roca y Perú, los organismos de derechos humanos montaron un pequeño escenario móvil y leyeron un documento conjunto, alrededor de las 16. Luego hubo oradores por separado. En los otros dos puntos vallados igualmente había militantes y público en general reivindicando los derechos humanos con cánticos.
El genocidio y sus cómplices

Días atrás, la legisladora porteña, Victoria Montenegro, hija de desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar y titular de la comisión de Derechos Humanos de la Legislatura formalmente envió un reclamo a la Legislatura, comandada por Juntos por el Cambio, para expresar su “profunda preocupación” por el acto de Villarruel, y pidió que no se autorice.
No hubo eco. Por otro lado, un documento del Encuentro Memoria Verdad y Justicia evaluó que el acto de la diputada neofascista apunta a “reivindicar a los autores del genocidio y sus cómplices”. Justamente, se sabe que el tío de Villarruel, el capitán Ernesto Villarruel, fue acusado de delitos en el centro clandestino “El Vesubio”, pero por razones “de salud” eludió el juzgamiento.
Días atrás, asimismo, salió a la luz que el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz tenía apuntado de puño y letra el teléfono de la diputada neofascista Villarruel. El policía, fallecido en julio de 2022, fue mano derecha del represor Ramón Camps durante la última dictadura militar. La agenda del represor llegó a la Justicia en el marco de los juicios de lesa humanidad.
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