La obra de Adrián Paiva, en el Museo tigrense MAT (Paseo Victorica 972, Tigre centro), se puede visitar hasta mayo. El artista plástico, premio nacional en 2015 y 2016, en los salones de los Bancos Nación y Ciudad, respectivamente, se radicó en las islas en 2001. Sus obras del monte isleño remiten a la naturaleza cruda, e interpelan al espectador, al turista, al visitante urbano, sobre el mundo que conoce mediatizado por la cultura.

Oleos, témpera, carbonilla, también tinta y técnicas mixtas emplea Adrián Paiva para mostrar el corazón del delta. Dos salas del Museo de Arte Tigre MAT, en la planta baja, reúnen diecisiete de sus obras, policromáticas y monocromáticas, algunas de gran formato, y otras medianas además. La muestra se puede visitar hasta diciembre de este año.
Si Ventura Valente, otro gran pintor de las islas, vecino de San Fernando, con una obra sensible y evocativa, representa a los humanos de sus cuadros con rostros fantasmales, sin rasgos definidos, brumosos; Paiva directamente prescinde de los humanos en sus pinturas sobre el monte delteño. El único personaje es la naturaleza.

Lo esencial
“Pareciera que estamos los humanos y la naturaleza. Pero deberíamos acercarnos más a la idea de los pueblos originarios y decir `yo soy tierra, yo soy agua`; no es `el agua y yo´. Nosotros somos agua (…)” señaló, Eduardo Molinari, en un panel de artistas que ayer martes habló de los humedales, en torno a la obra de Paiva.
El monte delteño de Paiva da esa idea de unidad. Verdes, también el característico marrón delteño de la tierra y del agua, rojos pálidos. A lo sumo alguna construcción difusa organizada en una suerte de empalizada; nada en las pinturas delteñas remite a la cultura humana; ni siquiera hay un curso de agua, como podría verlo un ser humano.
“Las representaciones son representaciones –dice el artista tigrense sobre la obra- `señora con el vestido azul`, por más que le ponga una cara no tiene, siempre representa algo, `el periodista´, son discursos que asumimos y actuamos pero carecen de lo esencial. Otra cosa es tratar de captar la esencia, requiere trabajar desde otro lugar”, señala.

La naturaleza fluye
Paiva llegó a las islas en 1997, luego volvió un lapso a la ciudad, y en 2001 se radicó definitivamente en el delta. “La persona del cuadro es la que está mirando. Y la naturaleza fluye. La situación de la isla es estar aislado. Mucha gente no se anima a la soledad, a reconocerse en su existencia. Yo destaco esos momentos, no tanto los discursos”, explica el artista.
Por convención se puede hablar de “paisajes” isleños al referirse a los montes de las pinturas de Paiva. Pero lo que hay es naturaleza agreste, informe, yuxtapuesta, organizada por el orden natural bajo distribuciones y alineaciones fuera de todo cálculo externo y artificial. “La pintura como acto anarquista”, grafica el curador Roberto Amigo sobre los cuadros.
El MAT se puede visitar de miércoles a domingos y feriados, de 13 a 18 (17,30 cierre de boletería). Con entrada gratuita para los vecinos de Tigre. Los jardines están abiertos de miércoles a domingos y feriados, de 8 a 20. La entrada general cuesta $250; aunque menores de 12 años y personas con discapacidad y jubilados con acreditación también entran gratis.
Gustavo Camps
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