Es una original puesta del joven director, Ángel Agustín, escrita para un actor, y para que la vea un solo espectador en la sala. Se estrena hoy en el Espacio Petra, del Abasto en la CABA, a las 21. Muy original la puesta se desarrolla en la mesa de un bar o un café, donde se entabla una conversación sobre temas profundos de la vida, como la religión, la sexualidad, la soledad, los valores propios y los del resto.
Giuseppe Tartini (1692-1770) compuso la sonata para violín en sol menor, El Trino del Diablo, a los 21 años. Cuenta su biografía, que tuvo un sueño donde escuchó tocar a Lucifer un tema tan bello, que despertó y trató de reproducirlo. Él mismo decía que no lo logró. No obstante, la sonata es lo mejor de su repertorio lejos, dicen los entendidos.
El joven director teatral, Ángel Agustín (19), tuvo una experiencia digamos, similar. No apareció el diablo en sus sueños pero si soñó, en tono de pesadilla, según el mismo relató en una charla con denorteanorte.com, que concurría a un teatro donde él era el único espectador. Luego, entonces, despertó y escribió, Cenando con mis Monstruos.

El argumento
La obra es para un solo espectador en la sala. El elenco también está conformado por un solo actor. La escenografía es una mesa de café o restaurante, donde el personaje -Mauricio- propone una charla sobre temas cruciales de la vida. La música de la puesta es la sonata para violín de Tartani (¿acaso podría ser otra?).
La puesta recorre tópicos como las creencias, las relaciones familiares, nuestros valores y los otros, la sexualidad, la soledad. Sobre el personaje se podría decir que necesita ser escuchado. Plantea dudas. Demuestra un estado de ánimo acuciante. Pero a la vez transparenta dudas, dolores. Sus planteos interpelan al espectador.
El guión, del propio Agustín, está muy cuidado. Propone un diálogo profundo, no superficial, que, a la vez, en las formas, tiene el desapego propio de la vida actual. Cuesta aceptar que lo escribió un joven de 19 años, pero así lo hizo. “¿Si se pierde el compromiso qué nos queda?”, afirma en tono de pregunta retórica, al hablar del texto.
“Me propuse a mí mismo salir de la zona de confort” sostiene luego sobre el por qué de embarcarse en un proyecto nada usual. Con pocos espejos donde ver propuestas similares, desarrollos, resultados. Y lo que sirva para atenerse a experiencias de otros. Agustín destila un profundo amor por la palabra y por el teatro. Esto se hace evidente en la puesta.

Sobre el director y el actor
El director pasó por la carrera de Dirección Escénica en la Universidad Nacional del Arte UNA (CABA). Le llevó un mes, en diciembre último, dejar el guión terminado. Luego, según relató, se puso a buscar al protagonista, y recordó que lo había visto actuar en una sala de capital. Y así lo convocó a Cárdenas.
No hace falta decir que el compromiso actoral también es muy grande. Dado que la actuación se realiza en la misma mesa donde está el espectador, a centímetros de este. Mauricio tiene 23 años, y Marcos Cárdenas el actor que lo encarna 25. Estudió en el Instituto Sudamericano de Comunicación ISEC, actuación y dirección.
La obra no llega a los 60 minutos. Pero tiene sustancia. “El personaje si tiene al lado del plato, pero al espectador no le ponemos cuchillo” dice risueño Agustín. Pero es un hecho que la actuación, el papel, tiene momentos de gran intensidad. Y una escena, de las seis que componen la obra, donde demuestra enojo y luego arrepentimiento.
Se realizan tres funciones por jornada, de Cenando con mis monstruos. Hoy viernes, a las 21, se estrena la obra. En principio quedará hasta noviembre. Las funciones de agosto están vendidas pero setiembre espera a sus espectadores. Para comprar entradas el contacto es por Instagram a @cenandoconmismonstruosobra.
Gustavo Camps
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