Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Opinión, Por José Pepe Armaleo

Son 30.000

Marcha de organismos de derechos humanos (Foto ilustrativa archivo)

Marcha de organismos de derechos humanos (Foto ilustrativa archivo)

El columnista Armaleo, a 49 años del golpe cívico militar, reinvindica la política como herramienta de transformación social. Señala que esa mirada era una definición de juventud por aquellos años. “Nos involucramos activamente en movimientos políticos y sociales”, puede contar de su experiencia. Es útil y refrescante una mirada de esa naturaleza. Cuando desde lo más alto del gobierno actual se niega el terrorismo de Estado y la violencia institucional para imponer un modelo económico de explotación. Y se lo hace para denigrar aquella visón de la política que buscaba el cambio y el compromiso ciudadano que no aceptaba la imposición.

Por José Pepe Armaleo*

El 24 de marzo de 2025 se cumplen 49 años del último golpe cívico-militar en la Argentina. Una fecha que invita a reflexionar sobre nuestro pasado y a reivindicar la memoria de los 30.000 compañeros desaparecidos (siempre presentes). Así como el sueño de los jóvenes que aspirábamos a transformar el mundo.

Durante las décadas de 1960 y 1970, al igual que en muchos otros países, en la Argentina se vivió una efervescencia juvenil. Marcada por un profundo deseo de cambio social. Muchos jóvenes, impulsados por la convicción de que era posible construir una sociedad más justa y equitativa.

Nos involucramos activamente en movimientos políticos y sociales. Ese espíritu de rebeldía y compromiso se reflejó en diversas manifestaciones culturales y políticas que cuestionaban el orden establecido y promovían transformaciones profundas. Sin embargo, ese anhelo de cambio fue brutalmente reprimido por el terrorismo de Estado instaurado tras el golpe de 1976.

La dictadura implementó un plan sistemático de desaparición forzada, torturas y asesinatos. Con el objetivo de desarticular cualquier forma de oposición y sembrar el miedo en la sociedad. Los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos se han convertido en un símbolo de la magnitud del horror vivido.

“Sé que la represión no solo buscaba eliminar a quienes pensábamos diferente, sino también imponer un modelo económico y social (…)”

Sé que la represión no solo buscaba eliminar a quienes pensábamos diferente. Sino también imponer un modelo económico y social alineado con intereses neoliberales, y desmantelar conquistas laborales y sociales. Ese modelo, que en aquellos años se impuso con la fuerza de las armas, aún hoy sigue vigente, aunque bajo nuevas formas y discursos.

La mercantilización de la educación y la salud, la precarización laboral y la represión de la protesta social son señales de que aquel plan económico sigue marcando nuestro presente. A diferencia de otros países que enfrentaron conflictos internos dentro del marco legal, en la Argentina se instauró un terrorismo de Estado que violó sistemáticamente los derechos humanos.

Se sustituyó el derecho por su aniquilación, las cárceles por centros clandestinos de tortura y desaparición, el encarcelamiento por los vuelos de la muerte, los juicios por fusilamientos. Hoy, a pesar de las condenas y los avances en materia de derechos humanos, persisten sectores que intentan relativizar o incluso justificar aquellos crímenes.

El negacionismo no es solo un discurso peligroso: es una amenaza latente, un intento de reescribir la historia para habilitar nuevas formas de violencia y represión. Como sociedad, no podemos permitirnos olvidar, porque el olvido allana el camino para la repetición del horror.

“Porque la memoria no es solo recordar el pasado,
sino también construir el futuro.”

Hoy, a 49 años de aquel golpe, siento la responsabilidad de reivindicar la lucha de esos tiempos en los que, con errores y aciertos, soñamos con un mundo mejor. Y no es solo una mirada hacia el pasado. En la actualidad, vemos cómo la represión vuelve a ser utilizada como herramienta de control, cómo se criminaliza la protesta y cómo se ataca la memoria con discursos que intentan reinstalar la teoría de los dos demonios.

Frente a esto, el compromiso y la valentía de aquellos años siguen siendo nuestra inspiración para defender la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Mantener viva su memoria es un acto de resistencia contra el olvido y una reafirmación de mi/nuestro compromiso con los ideales de libertad y equidad por los que seguimos luchando.

En este aniversario, renuevo mi compromiso con la memoria, la verdad y la justicia, recordando a los 30.000 compañeros desaparecidos y honrando el sueño de querer cambiar el mundo que ellos encarnaron. Porque la memoria no es solo recordar el pasado, sino también construir el futuro. Y el futuro se construye aquí y ahora, en cada lucha por la dignidad, la justicia y los derechos de todas y todos.

Como decía un viejo Compañero, es tiempo de «cambiar los sueños por objetivos alcanzables, de transformar la memoria en acción y la esperanza en conquistas concretas que nos acerquen a la sociedad justa y equitativa por la que tantos dieron su vida”. “La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia y la soberanía no se entrega”.

*Militante, Abogado, Magister en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudios de la Realidad Política y Social Argentina Arturo Sampay, Zona Norte.

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