La comunidad de Carupá lo recordó el lunes último, al cumplirse 47 años de su asesinato por dedicarse a los más vulnerados, y emplear la fe para que puedan ser artífices de su propio destino. Pancho Soares fue asesinado el 13 de febrero de 1976. En 2022 lo afilió post mortem el sindicato de ladrilleros UOLRA (CGT) y la CTA lo reconoció como trabajador. Desde el colectivo de Curas en Opción por los Pobres proponen traer al presente la obra del religioso.
“Que Pancho no sea solo una estatua sino una piedra en el zapato de los poderosos” dijo el padre Eduardo de la Serna, del colectivo de Curas en Opción por los Pobres durante su sermón, en la misa que se ofició en la parroquia Ntra. Señora de Carupá el lunes último, al cumplirse 47 años del asesinato del cura obrero, el 13-02-1976.
La comunidad de Carupá lo recuerda siempre. Por intermedio de la parroquia, actualmente a cargo del padre Jorge Marenco, también del colectivo, se levantó un espacio de la memoria al lado del templo. Y allí se exponen objetos que usaba el religioso, fotos. Y no faltan placas de diversas entidades y del municipio.
Lo cierto es que el colectivo de Curas, la Comisión de Derechos Humanos Padre Pancho Soares de Tigre, también, buscan que se conozca el sentido de la obra del religioso. Pancho dedicó su vida a los vulnerados. Para empoderarlos. Defendió a las víctimas de la injusticia. Y él mismo vivió como un trabajador más, con su pueblo.
Gestos y acciones
De hecho por eso es que lo asesinaron. En esta línea es que el cura Eduardo exhortó a que no se convierta el recuerdo de Pancho tan solo en un acto tipo calendario escolar, sino que la comunidad que lo reivindica salga a militarlo para hacerlo presente. Vecinos y vecinas, militancia, funcionarios, escuchaban el sermón.
El religioso recordó, asimismo, que “Pancho no se caracterizaba por sus palabras. Sino por sus gestos y acciones”. Eduardo también destacó que en el evangelio está escrito que “Dios está del lado de los que pelean por la justicia” pero advirtió que el evangelio también dice que “serán perseguidos”, y exhortó a tener compromiso.
Durante la misa el padre Jorge, que cooficiaba con De la Serna y otros religiosos -por caso, Néstor “Nepi” García; José Luis Cote Quijano- invitó a dirigirse a los presentes a María Van Loy, secretaria de Prensa del sindicato de ladrilleros UOLRA; y al marino, Julio Urien, titular de la Fundación para la promoción de la Cultura del Agua FIPCA.
Van Loy explicó cómo el haber afiliado a Pancho hizo visibilizar el trabajo de las y los ladrilleros. Una tarea dura, que actualmente realizan muchas mujeres jefas de hogar, a veces informalmente sin acceso a derechos. Así, fue un espaldarazo a la lucha sindical de la UOLRA. “Una vez más Pancho representa a los ninguneados”, señaló.
Urien agradeció al colectivo de Curas en Opción por los Pobres el haber contactado al obispo Mons. Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina CEA, durante la última Marcha por la Soberanía de Lago Escondido. Allí participó el cura Paco Olveira, y debió ser atendido, al ser golpeado por quienes no permiten el uso público del lago.
Pancho parte del pueblo
Tras el oficio religioso las y los presentes compartieron música, pan y sándwiches de chorizo. En un breve diálogo con denorteanorte.com el padre De la Serna, sobre cómo dar a conocer la obra de Pancho, explicó: “La Iglesia puede, a nivel oficial, proponer lo que quiera, pero si la gente no lo hace propio no pasa nada”.
En esta línea de la Serna señalo: “la clave primera es saber llegar a la gente. Para que sienta que Pancho era parte de su pueblo. Era uno más. Y si era uno de nosotros no vamos a dejar que bastardeen su memoria, que olviden sus acciones, y que deformen su memoria. Y vamos a luchar para que Pancho sea memoria viva”.
Luego el historiador, Marcelo Magne, de la Comisión de Derechos Humanos Pancho Soares, señaló: “Coincido con Eduardo De la Serna en que el recuerdo y el rescate de la figura de Pancho Soares no es como un calendario escolar. No es cuestión de que una vez al año la comunidad se junte para solo recordar esa vida, esa experiencia”.
“Más allá de esta fecha emblemática -explicó Magne- nosotros tratamos de rescatar la experiencia de vida cotidianamente. Desde la Comisión de DDHH, desde la parroquia, realizamos actividades continuas para tomar el legado del Padre Pancho, de lo que hizo hasta hace casi 50 años, y tratamos de continuarlo”.
La vida
Magne indicó que “la solidaridad. La preocupación por el otro. La opción por los pobres. El trabajo para la gente humilde. La espiritualidad. El concepto de vivir como lo señala el evangelio. Todo este tipo de cuestiones tratamos de continuar en el mundo de hoy que es bastante distinto al que le tocó vivir a él”.
También explicó que “celebramos la vida del Padre Pancho y recordamos la muerte. Recordamos el día de su nacimiento (…) La iglesia institucional, además en el último tiempo ha dado algunas muestras de interés y preocupación por la figura de Pancho, cosa que antes no lo había hecho. Hay que reconocerlo”.
Magne, también como historiador, señaló que al momento de su asesinato en febrero de 1976, la Iglesia, y el Estado, invisibilizaron la muerte de Pancho. Pero hubo cambios. Magne enumeró algunos reconocimientos de la intendencia y el Deliberativo de Tigre. Recordó que la Iglesia es querellante, desde 2017, en la causa del asesinato.
“A mi criterio aún no alcanzan las muestras. Pero reconozco que es un cambio con criterios pasados”, concluyó Magne. El padre Pancho Soares fue asesinado el 13 de febrero de 1976, de madrugada, por una banda parapolicial que lo acribilló, junto con su hermano menor, en la casa que tenía junto a la parroquia donde era párroco.
Gustavo Camps
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