La docente universitaria, Marisa González de Oleaga -autora del libro, El silencio – La dictadura en el Delta, presentó la obra durante un encuentro organizado por la Red de Medios Digitales zona norte, en el Club Social y Deportivo Tigre. En un panel la acompañaron el periodista, Fernando Tebele, de La Retaguardia -medio digital que transmite los juicios sobre crímenes de la dictadura-; y Carlos “Sueco” Lordkipanidse, sobreviviente del centro clandestino de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ex ESMA).
Aunque Carlos Lordkipanidse no nació en Suecia, le dicen “el sueco” porque en la última dictadura cívico militar terminó exiliado en Suecia. Fue tras pasar secuestrado y privado de la libertad ilegalmente, dos años y medio. en el centro clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA. El “sueco” sobrevivió para contarlo.
En su padecer, “el sueco” y otros estuvieron “guardados” por los dictadores en islas del delta sanfernandino. Era para que no los descubra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (ONU). Corría 1979 y estaba en el poder el dictador Videla. Así eran de “derechos y humanos”. En la quinta, El Silencio, estuvieron.
Sobre ese lugar, la docente universitaria, Marisa González de Oleaga, escribió: El silencio- La dictadura en el Delta. Se trata de una investigación que le llevó más de una década y revela cómo se vivieron esos años de dictadura cívico militar en las islas. Las fuentes no pueden ser mejores: los propios isleños que lo vivieron.
El silencio
Y no solo eso, como Marisa viene a vivir una casa cercana a El Silencio, en las islas de la segunda sección, pudo trabajar cerca de algunas escuelas isleñas. Entonces con padres, chicos y chicas de los últimos años de la primaria y la secundaria, pudo reconstruir, sobre la base de la memoria, los años de plomo en las islas.
“El libro -señaló Lordkipanidse en un panel sobre la obra que organizó, días atrás, la Red de Medios Digitales zona norte, en el Club Social y Deportivo Tigre-, no habla solo de la isla, El Silencio, sino del silencio en las islas y en la dictadura”. Lo acompañaban la autora y el periodista, Fernando Tebele, de La Retaguardia.
Luego G. de Olega explicará sobre la obra editada este año por el sello, Tren en Movimiento: “A mí lo que me interesaba no era el testimonio judicial (…) Lo que intenté es recuperar esa otra memoria que permite entender cómo esta gente logró sobrevivir, mantener valores como la ternura y la solidaridad en medio del terror”.
La autora reveló que “empecé preguntando por El Silencio. Y lo que acabaron contándome es el terror que vivieron durante la dictadura. Ahí aparecen testimonios de vuelos de la muerte, de enterramientos, aparecen testimonios de cremaciones y de fondeados (de cuerpos). Algo de lo que se ha hablado muy poco”.
Radiografía del terror
“Hasta 2015 -relató- esa radiografía del terror que en mi investigación y en las entrevistas y testimonios se podía percibir en cómo miraban la mirada baja, en cómo temblaba alguna gente cuando contaba y en cómo bajaban la voz para que no se escuchara, lo que estaban contando 40 años después (…)”.
La autora G. de Oleaga reveló que a partir de 2015 (gestión Macri) los testimonios se cortaron. “Nadie quería hablar. Me decían cosas como “lo pasado pisado”, “mejor olvidarse” (…) Y ahí se me ocurrió una estrategia que en principio, como la propia investigación, no sabía dónde iba a ir (Luego terminó en esta obra)”
Así, Marisa relató que se acercó a algunas escuelas, hablaba con padres, docentes, directivos y con los chicos. Y el resultado fue positivo. “Gracias a este libro (…) -explicó- encontré a la familia ideológica y política que había dejado en stand-by. Y me parece que ese proceso se puede replicar también en las nuevas generaciones”.
Mezcla de géneros
Antes, al abrir la presentación, Tebele, el periodista de La Retaguardia -un medio digital que televisa sin pausa los juicios de lesa humanidad-, destacó que el libro combina géneros: investigación, novela, crónica periodística. “Hay como una mezcla de géneros, que no es usual (…) y pocos lo intentan porque no es fácil”, observó.
“Hay momentos -puntualizó- en que el libro es una investigación clásica. Otros en los que se convierte en novela, pero no lo es, porque los testimonios son reales y no están ficcionados. Es un estilo narrativo que te hace pensar que estás leyendo una novela y después es una crónica clásica (…) y eso la verdad que no es usual”.
Tebele valoró que las y los sobrevivientes “hicieron posible la memoria”. Reconoció que hay mucho escrito sobre la quinta El Silencio. Pero ponderó que la autora trabajó en la propia isla para escribir y ella, en definitiva también vive allí. Además puso de relieve el “dialogo intergeneracional”, que muestra y permite el libro.
Las víctimas
La apertura de los comentarios sobre el libro -que moderó la periodista que preside la Red de medios Digitales, Malena González- estuvo a cargo de “el sueco”. Lordkipanidse observó que “somos pocos las y los sobrevivientes que podemos rescatar lo ocurrido”. Dio una idea de la escala represiva en la Argentina dictatorial.
“En Suecia -reveló el sobreviviente de la ESMA- todos conocían a (el dictador chileno) Pinochet no a Videla. Pero la dictadura chilena dejó 3.000 muertos y desaparecidos. Acá las y los desaparecidos, solamente, son 30.000; y la mayoría de los desaparecidos uruguayos desaparecieron en la Argentina (…) ”.
“En nuestro país, a diferencia de otros de Latinoamérica, el ensañamiento con las víctimas fue feroz. (…) No creo -destacó “el sueco”- en el héroe individual, sino en el colectivo. Por eso no hablo por mi solo, sino por el conjunto de personas que hemos luchado contra la impunidad para que los genocidas paguen por lo que hicieron”.
Las consecuencias
En esta línea, “el sueco” destacó que “las consecuencias las estamos pagando todavía en la actualidad. A la deuda externa, por ejemplo, no la trajo la cigüeña –graficó- sino la dictadura”. También valoró el compromiso de las y los sobrevivientes por mantener la memoria con actividades, archivos y otra acciones.
“En la isla fue el momento más traumático. Acá nos matan, pensamos”, recordó. También recordó su paso por la ESMA y reconoció que le “dejó una marca muy profunda”. También señaló que pudo generar una suerte de “hermandad” con la autora de la obra, que suele vivir meses en España y meses en la isla.
Lordkipanidse valoró, asimismo, que el contacto de las y los sobrevivientes con González de Oleaga dio como resultado la edición de El silencio- La dictadura en el Delta. Y puso de relieve que si hubo desaparecidos y asesinados por la dictadura cívico militar: “Víctimas fuimos todos. Y es algo que debemos aprender a asumir”.
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