Sindicatos de los llamados combativos y referentes de partidos de izquierda manifestaron, el viernes último, en la empresa Kraft-Mondelez, de Gral. Pacheco, para denunciar el despido arbitrario del delegado, Julio Tevez, y reclamar por los despidos en esa y otras plantas de la zona norte. Allí estuvo para apoyar el secretario general de los municipales del Vicente López STMVL,Victorio Pirillo, secretario de Comunicación de la CGT, que en esta columna explica que el apoyo a los trabajadores de Kraft, y de otras plantas en conflicto, se encuadra en los principios de solidaridad y fraternidad sindical, más allá de cualquier diferenciación gremial o ideológica.
Por Victorio Pirillo*
El STMVL,como ya lo hizo en otras oportunidades al acompañar la noble lucha de los trabajadores de PePsiCo, Bangho, Atanor, Pilkington, Sport Tech, INTI, Farm Frites, Atucha, Astillero Río Santiago, New Toys, Hotel Bauen, SIAM, Coca Cola, Mineros de Río Turbio, Htal Posadas, Cetrángolo, Eva Perón, a los Docentes, Médicos, Enfermeros en sus marchas, a municipales y estatales, hoy se pone al lado de los trabajadores de Kraft.
No hacemos otra cosa, más que llevar a la practica uno de los principios insoslayables del sindicalismo que es la solidaridad frente a hechos, que ciertamente han acontecido y no fueron fabricados por codiciosos de la política, del empresariado o del sindicalismo; porque cuando la avaricia humana es dejada de lado, es cuando los hombres se estrechan las manos pasando las barreras de las ideologías y los partidos políticos.

Pirillo: «Estamos inmersos en un mar de conflictos; llenos de problemas como para perder el tiempo en divisiones ideológicas o hacer lugar a los egos personales»
Es allí donde el principio de la fraternidad se convierte en un punto de encuentro para enfrentar las podridas políticas económicas, sociales, asistenciales, educacionales y sanitarias de todos los tiempos, que más tarde que temprano, evidencian sus rotundos fracasos convirtiéndose en condenatorias para todos aquellos que inocentemente creyeron.
Los miserables salarios que se pagan en todas las actividades están gritando desesperadamente, porque como nunca: no alcanzan. Estos programas, basados en políticas expulsivas de los hombres y mujeres, cuyo fin encubierto es instalar la vergüenza al perder sus trabajos, permite al sistema la sumisión plena de los desocupados, porque paraliza de cuajo la resistencia e institucionalizan la indiferencia, amiga incondicional de nuestros males.
Estamos inmersos en un mar de conflictos; llenos de problemas como para perder el tiempo en divisiones ideológicas o hacer lugar a los egos personales, de los dirigentes hedonistas, que anteponen sus intereses personales sin importarle el de los demás. La defensa del interés colectivo de trabajo es lo que nos une, y la causa del trabajador el único camino a seguir.
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