El abogado de Junín de los Andes, agudo observador social y de la política, pone en tela de juicio la visión peyorativa hacia quienes realizan una tarea social, sin recursos, o con recursos escasos, desde los municipios y la sociedad civil. Y que actualmente, incluso, son estigmatizados. Cuando no perseguidos. Por un gobierno gendarme, con visiones sectarias, que poco entiende lo que acontece en la sociedad en su conjunto. Prado (h), asimismo, pone en tela de juicio los números de macroeconomía que se difunden, para suplantar la humanidad de las personas y la situación real.
Juan José Prado (h)*
Durante este último tiempo se ha instalado, de manera peyorativa, el título de “gerente de la pobreza” como sinónimo de oportunistas que “sacan ventajas” de las necesidades de terceros. Verdaderamente debiera ser justamente lo contrario. Es decir, una manera de destacar a quien o quienes procuran administrar recursos, más que escasos (según dicen), de una población que se torna cada vez más numerosa, y que los requiere.
Gerenciar es sinónimo de administrar. Pobreza es equivalente a falta, insuficiencia, carencia. Se ha definido a la política como el arte de administrar recursos escasos para necesidades infinitas. Desde este punto de vista el título de gerente de pobreza estará bien utilizado para cualquier funcionario del Estado que se precie de tal.
Desde lo cotidiano, la reflexión me nace cuando observo mi localidad. Una ciudad del interior de la provincia de Neuquén, que mas allá de la belleza de su entorno y su gente, carece de una fuente de producción de riquezas importante. No posee petróleo. No tiene enclavado un centro de esquí icónico, como su vecina San Martin de los Andes, que recibe turistas todos los años mas allá de las crisis.
En definitiva, con una plataforma de un turismo residual, y el propio en un constante acomodarse según los vaivenes de la economía nacional. Pero que no alcanza para satisfacer las necesidades de los vecinos, y que entonces, sus recursos se tornan más que escasos. Lo expreso así para no decir de llano que es pobre.
“Esos gerentes se tornan verdaderos gladiadores”
Quienes deben procurar paliar las necesidades de estos vecinos, con requerimientos de los mas diversos, e inagotables, son verdaderos administradores de la miseria. Cuando esta tarea se emprende, resulta imposible alcanzar la satisfacción de todos los requerimientos. Estos gerentes se tornan en verdaderos gladiadores.
Además son esclavos, rehenes de un sistema político. Luchan épicamente para satisfacer al pueblo. En este caso satisfacer necesidades reales e inmediatas, no como en el circo romano que solo procuraban un esparcimiento momentáneo. Por ello me detengo a brindar homenaje a quienes gerencian pobreza porque la tarea resulta noble.
Cualquier mal administrador, con exceso de recursos, satisface los requerimientos de su causa. Pero aquel que debe lidiar con la escases, la miseria, con la diversidad de intereses; ese resulta ser el que pone a prueba su temple, su capacidad de liderazgo, su empatía con los beneficiarios de su gestión. Ese será el gerente de la pobreza y al que debemos destacar en su rol.
Hoy, con una Argentina que ve diezmado adrede su motor productivo, el sector público y el tercer sector son la mesa de entrada de los planteos del vecino. Allí encuentra en funcionarios municipales, encargados de ong, organizaciones barriales, directores de escuelas, los destinatarios de los requerimientos. Son los que terminan gerenciando sus magros recursos para cumplir su función.
Esta gente ve personas con nombre y apellido, no un frio número en una estadística. Los cuadros de macroeconomía no ponen nombres al desocupado, a quien concurre a un merendero, al niño que pide el desayuno en su escuela porque siente hambre. La macroeconomía solo brinda números para una economía de tapa de ciertos diarios.
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