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La vida tras los incendios forestales

Incendios en la Patagonia (Foto ilustrativa Greenpeace)

Incendios en la Patagonia (Foto ilustrativa Greenpeace)

En su columna el abogado Bruzzoni retoma el tema de los incendios forestales en la Patagonia. Acerca visiones de los propios pobladores sobre la cuestión, que difundieron diarios nacionales como Página 12. Y sobre todo, exhorta a que, más allá del acontecer nuevo y cotidiano, que es variado y dinámico, sobre todo en las grandes urbes, el tema no se borre de la agenda porque tras el fuego la reconstrucción es lo más duro, y no solo se trata de bienes materiales, sino de las personas.  

Por Víctor Bruzzoni*

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Los incendios forestales se repiten en nuestro país. Hay que tomar conciencia de que las frecuencias, e intensidades, aumentan año tras año. Son un problema ambiental grave. Sin embargo, pareciera que cuando el fuego se apaga y el humo se disipa, i simplemente los medios no siguen, el interés de las autoridades desaparece.

Es clave que tanto incendios forestales como desmontes ilegales sean considerados delitos penales. Teniendo en cuenta que el 95% de los incendios responden a causas humanas, el gobierno debe aspirar a una reducción más contundente a través de la puesta en marcha de programas de intervención social que persigan la búsqueda de alternativas al uso del fuego en el medio rural.

Las administraciones deben atender las necesidades de gestión, entre otros, mediante el control de quemas controladas, allá donde sea apropiado y no comprometa la conservación de la biodiversidad. La altísima tasa de intencionalidad, es especialmente preocupante: el 53% de los siniestros son intencionados, lo que da idea de la existencia de graves conflictos sociales y económicos que continúan sin ser resueltos desde hace décadas.

«Estamos enfrentando condiciones de alto riesgo de incendios forestales. y por ello es necesario que todos colaboremos en las tareas de prevención con mucha seriedad», argumentó el presidente chileno, Gabriel Boric, desde el palacio de La Moneda, con relación también a los incendios que se extendieron al país limítrofe.

Los procesos de restauración forestal deben ir más allá. La gestión posterior al incendio es una excelente oportunidad para revisar los patrones del paisaje quemado y evitar que vuelvan a ser pasto del fuego dentro de pocos años. Los incendios que se produzcan en el futuro, dependerán de las medidas de restauración y gestión desde ahora.

Voces en primera persona

Quienes viven en las urbes no se dan cuenta del capital forestal y humano que se pierde. Todavía hay fuego  en Epuyén, El Pedregoso, Los Cipreses y Atilio Viglione está contenido. En los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapi a pesar de la lucha para extinguirlo, el fuego sigue avanzando.

Mavar es un productor ovino en el paraje Desemboque, Chubut, entre el incendio de Epuyén —aún activo en la zona de cordillera— y el fuego que avanzó en El Bolsón. Días atrás dejó la chacra y se fue a ayudar a otros productores y vecinos, al otro lado del Paralelo 42, en Río Negro. Sabía a lo que se enfrentaba por experiencia. 

En el incendio en Golondrinas, en 2021, sabíamos que iba a pasar. Yo vivía ahí y pude salvar mi casa. El incendio en el Mallín se estaba esperando hace tres años, lo que no se sabía era la magnitud”, explicaba al matutino Pagina/12, sobre cómo se vive en la Patagonia los últimos años. Valora el trabajo de las y los vecinos.

“El incendio del Mallín se contuvo, en gran parte, por el trabajo de la gente. Sin los vecinos esto hubiese sido una catástrofe aún peor”. Mavar explica que la acción es espontánea, sin coordinación con ningún organismo oficial. “En esta zona uno aprende qué hacer y qué no hacer”, explica y se comprende.

Además, relata, se le pone la piel de gallina al recordar los días de solidaridad, de estar junto a un vecino al que se le estaba prendiendo fuego la casa. El accionar de los brigadistas municipales, provinciales y nacionales es por turnos. Las y los vecinos están día y noche cuando el fuego se acerca a sus casas.

“Los testimonios son desgarradores y remarcan la necesidad de
intervención y ayuda efectiva”

Relata, asimismo, cómo los pobladores se preparan para recibir el fuego inminente. Explica que lo necesario es un reservorio de agua, de 20.000 a 100.000 litros; mantener limpio de ramas y pastos secos el área que rodea la casa y equiparse con mangueras y una autobomba. “El fuego cuando avanza no lo parás, lo que se puede hacer es equiparse para zafar tu casa”, explica.

Sobre la repetida problemática del descontrol de los bosques de pino implantado, insiste: “Los que estuvimos cara a cara con el fuego sabemos que a un árbol nativo —un ciprés, un maitén, un maqui— le cuesta agarrar fuego; te dan un tiempo más para contenerlo. El pino pasa una chispa y es un fósforo”, grafica.

Los testimonios son desgarradores y remarcan la necesidad de intervención y ayuda efectiva. La vocera del Parlamento Mapuche Tehuelche es coincidente en las apreciaciones. Mavar señala que las hipótesis sobre el incendio pueden ser muchas porque “la gente que prende fuego es incontrolable, tienen algún otro fin (…)”.  Se sabe de los intereses inmobiliarios y económicos.

Pero señala que como los propios pobladores comenzaron a construir sus kits de emergencia y sus equipos, el Estado podría haber mantenido una política para ayudar con ese equipamiento, con reservorios de agua o capacitar a la gente para situación de incendios. “En estos lugares, los niños en las escuelas tendrían que aprender a nadar y a apagar incendios. Porque estamos rodeados de agua y bosque. Son cosas que se pueden prever, pero tiene que ser política pública”, analiza.

“Después del incendio, los vecinos buscan la forma
de volver a vivir en paz.”

“Estas son catástrofes. Son familias que van a estar sin nada por bastante tiempo y acá en dos meses empieza  a hacer frío en serio. Ya hay gente que está juntando las chapas que se quemaron, las endereza, pone cuatro postes y se mete abajo, porque no tiene dónde vivir”, convoca a pensar el poblador.

Después del incendio, los vecinos buscan la forma de volver a vivir en paz. Marcelo Fernández, constructor de El Bolsón (58), en el incendio de 2021 en “Las Golondrinas”, armó una red solidaria para construir las casas de quienes las habían perdido: 26 familias recuperaron un lugar para vivir. «Nadie se va a salvar solo. Acá nos salvamos entre todos», afirmó, determinado.

«Acá hay mucha gente que no quiere volver a empezar. Se quemaron chacras de muchísimos años. La mía se quemó, pero mi casa la salvamos. Hace 41 años que vivo acá. Con mi familia, obviamente, volveremos a empezar, pero hay mucha gente que no tiene esa fuerza», le contó al mismo matutino, en tanto por su ventana veía la cordillera en llamas.

Por esa ventana vieron el fuego en camino. Su esposa evacuó con sus hijos y él fue con sus herramientas hasta el Río Azul. La autoevacuación se hizo en minutos: «la gente vio humo y que las llamas se venían y corrió por su vida». Con otros vecinos intentaron que no cruce el río, pero había mucho viento. 

La construcción es a pura solidaridad: donaciones económicas, y materiales, que se hacen a través del Facebook. le ofrecen mano de obra y viandas. Para Aldo están construyendo una casa chica que pueda estar lista en dos meses. En ese momento se esperan las lluvias que extingan los focos, pero también inmediatamente llega el frío con menos de 15 grados.

“El accionar colectivo debe imponerse”

«La pérdida de Don Reyes (de la que hablamos en otra nota) y la pérdida de más de 200 casas que se han quemado, es para los vecinos la crónica de una muerte anunciada. Festejábamos todos los fines de temporada de que esto no hubiese ocurrido», expresó Fernández y aclaró: «Los organismos tendrían que haber hecho el contralor. Y no solamente no lo hicieron, sino que fomentaron que este lugar tenga un turismo masivo».

Fernández evaluó que “con 10.000 turistas en un bosque, alcanza sólo una colilla para empezar un desastre”. Y razonó: «Lo dijo el intendente hace poco: El Bolsón es claramente turístico. Pero tiene un montón de producción. Hay claramente responsables de que esto haya sucedido: son los administradores de turno. No es el Estado (en general) porque somos todos».

Ese pueblo está retomando su vida más normal. Se observa poco humo y el foco que está activo, está en el cerro muy alto, en un lugar con  buen de acceso para controlarlo. Está lejos de las viviendas. Por otro lado, en Chubut, una de las primeras provincias en tener grandes focos y que ahora tiene  sus localidades contenidas, la reconstrucción está empezando lentamente a evaluarse.

Los vecinos esperan que primero se termine lo relacionado con viviendas, galpones y lo que tiene que ver con la parte humana. Para después arrancar con la recuperación del ambiente. Dicen también que el trabajo de recuperación es arduo: no obtienen comida fácilmente y el agua, normalmente potable, está llena de cenizas. La urbe no debe sacar este tema de la agenda. El accionar colectivo debe imponerse. Ahora, más que nunca,  es necesario también reconstruir el lazo social.

*Abogado. Ex juez del fuero laboral     

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