En un discurso leído rápidamente, sin referencia a la política exterior ni Malvinas, y con chicanas a los 30.000 desaparecidos de la última dictadura cívico militar, el presidente Javier Milei llamó a los gobernadores a un “acuerdo”. Propuso diez puntos, varios de los cuales son intrascendentes u obviedades. Pero, con la condición de que antes le den vía libre a su ley ómnibus, ya malograda en Diputados, y a su DNU 70. Además, anunció el cierre de la agencia estatal de noticias Télam. Se confirma que la gestión Milei carece de un plan para el país, salvo ajustes a trabajadores y vulnerados, privatizaciones y otras yerbas anacrónicas y fallidas hace tiempo.
Con un inusitado operativo de seguridad, habida cuenta de los cacerolazos que convocaron asambleas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, en las inmediaciones del Congreso, el presidente, Javier Milei -parado en una plataforma para parecer más alto-, leyó un discurso para abrir formalmente las sesiones del Congreso.
Quedó claro que no hay un plan de la gestión Milei, más allá de ajustes o privatizaciones que ya utilizaron antes gobiernos reaccionarios y dictaduras -solo por citar, Onganía, Videla, Menen, De la Rúa- sin éxito para el país. De hecho, anunció el cierre de la agencia estatal de noticias Télam; y hasta volver a las jubilaciones privadas.
El sector del trabajo y los trabajadores están siempre en la mira de estas visiones anacrónicas. Por caso, anunció que promocionará que prevalezcan los convenios laborales por empresas, en lugar de por sector. Una medida resistida por los sindicatos en general desde hace años. O restricciones al derecho de huelga.
Pacto del 25 de mayo
De hecho, con un par de excepciones que confirman la regla, los únicos nombres concretos donde apuntó sus dardos coincidieron con referentes sindicales -ya lo había hecho el macrismo- y de organizaciones sociales -Roberto Baradel, de docentes provinciales; Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos, por caso-.
En lo político, dado el fracaso de su “ley ómnibus”, propuso el “Pacto del 25 de mayo”, a los gobernadores. Esto pues ellos, en gran medida, fueron los artífices del fracaso de esa ley. Pero lo hizo con diez puntos reciclados de lo que se llamó, en su momento, el “consenso de Washington”*. Varios de los cuales son intrascendentes.

Por ejemplo, el meneado “equilibrio fiscal”, una frase meramente técnica, que en un país puede estar como horizonte, pero en la práctica de gobernanza ni siquiera es usual. O la remanida, “reducción del gasto público”, que sirve solo para justificar privatizaciones de todo, para darles fuentes de ganancias a las empresas privadas.
Ley ómnibus
El pequeño gran detalle -y aquí está el verdadero objetivo de la propuesta- es que los gobernadores, antes del 25 de mayo, le den libre a su malograda “ley ómnibus” y a su DNU 70, a punto de ser desaprobado en el Senado de la Nación. Por lo demás, nada nuevo, ni positivo, dijo Milei en su discurso sobre la tarima.

Si, es grave, que se haya referido positivamente a las reformas represivas de su socia del PRO; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad. Y su amenaza de que con o sin acuerdo de gobernadores, y de las y los representantes del pueblo y las provincias, igual seguirá adelante con darle cuerpo a sus ideas de “capitalismo salvaje”.
Para la política del país es un desafío. Tiene que haber urgente un proyecto alternativo al “sálvese quien pueda” que propone el actual Presidente. En el siglo XXI no es viable para una nación el individualismo que propone y que quiere imponer sin consenso. La última pretensión similar terminó en la crisis de 2001.
Gustavo Camps
*En Wikipedia (sin ir más lejos): El término Consenso de Washington fue acuñado en el año 1989 por el economista John Williamson para describir un paquete de reformas “estándar” para países en desarrollo con crisis financiera, según las instituciones bajo la órbita de Washington (EEUU) como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los EEUU. El término también ha sido utilizado de forma genérica para referirse al fundamentalismo de mercado.
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