Astrónomos de profesión y por adopción, que vienen de ciencias como la antropología, la física, también la filosofía, la ingeniería o disciplinas como el análisis de datos, entre otras, encontraron y restauran más de 5.000 fotografías solares, incluso de eclipses que la NASA (EEUU) advirtió, en su momento, pero no pudo fotografiar. Son parte del Museo del Observatorio de San Miguel que, entre otros objetivos, busca conformar una red internacional de observatorios para compartir información e investigaciones sobre restauración y sobre el material que posee.

En 1958 la administración aeronáutica y del espacio de EE UU, conocida como la NASA, registró sin fotografías un eclipse, que se había podido ver muy bien desde Sudamérica. Sin embargo, sí había fotos. Estaban en el Museo del Observatorio de Física Cósmica “Lic. Gustavo P.A. Rodríguez”; que al enterarse de la falta las donó a la NASA.
Ese Museo está en San Miguel. Forma parte del Observatorio de Física Cósmica de San Miguel. Y su nombre recuerda a un ferviente devoto de la astronomía, miembro de la Asociación Bella Vista al Cosmos. Este astrónomo falleció por la pandemia de COVID, y por ese compromiso con la astronomía y el Observatorio se lo recuerda.
En rigor, el Observatorio de Física Cósmica de San Miguel se fundó en 1934 y llegó a tener gran prestigio internacional. El Museo comenzó a funcionar en San Miguel en 2022, señala su director, el antropólogo, José Nicolás Balbi durante una charla en el Gabinete de Restauración que funciona en la localidad vecina de Florida (Vicente López).
5.000 placas del sol

Cerca de él la restauradora, Mayra Schwarzschild, encargada de restauración y medios digitales del Observatorio, y experta en análisis de datos, además, manipula con gran cuidado, una suerte de diapositivas sobre cristal. Son placas fotográficas del sol que el equipo del Museo encontró archivadas en el Observatorio.
Es que antes de mediados del siglo XX, señala Balbi, se veía la actividad solar como la más eficaz para predecir lluvias, tsunamis y otros sucesos meteorológicos. Balbi calculó que encontraron más de 5.000 de esas imágenes. Obviamente, con el peso del correr del tiempo sobre ellas. Y se dispusieron a restaurarlas.
Balbi también explicó que los observatorios cósmicos, generalmente, tienen muchas placas fotográficas tomadas. Pero las del sol no son tan usuales actualmente. Pues aquel paradigma, tras nuevas investigaciones, le dio paso a una teoría que comprendió que son muchos los factores que influyen en los fenómenos.
El antropólogo y profesor revela que el trabajo de restauración es minimalista, paciente, y lo realizan profesionales de diversas disciplinas. Con métodos particulares, de autor, empíricos, que se evalúan permanentemente. Y solo, a veces, se hacen conocidos publicamente a traves de publicaciones científicas.
Balbi destaca y pondera el compromiso de profesionales como el físico, Santiago Maiese, director del Observatorio de San Miguel; el filósofo, David Constantino Merlo, coordinador del Observatorio Nacional de Cordoba; y del ingeniero, Santiago Paolantonio, profesor y divulgador e historiador de astronomía.
Aportes del Museo

El Museo, a través de Balbi, tramitó en el Deliberativo de San Miguel el nombre del Museo en 2023. Junto con el Observatorio restauraron una de las cúpulas con su telescopio original, un Gustav Heide (1898). Y el público suele utilizarlo para ver la luna. Además proyecta las observaciones y permite fotos con celulares.
La actividad del Museo abarca presentaciones ante la comunidad científica, difusiones para el público en general en muestras y eventos, también publicaciones en redes sociales, y presentaciones en escuelas de enseñanza de astronomía; y en talleres de recuperación y restauración. E investigación.
En este último tema la entidad ha aportado puntualmente. Balbi recuerda que los sobres de papel para archivo de las placas se realizaban con papel quirúrguico dado que estudios de EEUU y Europa advertian lo nocivo del alto PH de los sobres de papel que se realizan, por aquellos lugares, sobre la base de celulosa de madera.
Ese papel quirurgico es altamente costoso. Sin embargo, estudios del Museo determinaron que en sudamércia y el América central, el papel se fabrica a base de pulpa de caña de azucar -analizaron piezas de la Argentina, Colombia, México y Honduras, entre otras-, con menor PH, que no es nocivo para las placas.
El Museo difunde estas y otras investigaciones y actividades en muestras internacionales y congresos. Balbi también hace referencia a presentaciones en las “Noches Astronómicas”, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Lo cual influyó en la creación de la carrera de Astronomía Cultural, pionera a nivel mundial.
Red global

Para este año que comienza, informa Balbi, es conformar una red internacional de observatorios -más abarcadora que las de EEUU y Europa-. Siempre con la mira de compartir las informaciones que surjan sobre restauración. En 2024 se hizo la presentación formal en la Reunión anual que se llevó a cabo en Sicilia, recuerda.
La mirada del Museo quiere abarcar todo el globo. Así como hoy se pueden ver sus fotografías de 1957, por Internet, en la NASA, gratuitamente; los estudios del papel de los sobres fueron también muy bien recibidos en la Reunión anual de la SEAC (Sociedad Europea de Astronomía Cultural) en Varsovia (Federación Rusa).
En agosto de 2021, representantes de lo que sería el Museo del Observatorio de San Miguel, y de otros cinco observatorios de la Argentina fundados entre los siglos XIX y XX crearon la Red MoAA (Red de Museos de Observatorios Históricos Argentinos). Sus directores -Balbi, por el de San Miguel- se reúnen constantemente.
Ese es un punto de partida, también. Desde el Museo de San Miguel, actualmente, siguen recopilando materiales, suman experiencia en restauración -Balbi pondera la ayuda del archivo de placas del Museo del Observatorio Nacional en Córdoba-. Y apuntan a esa red inclusiva sin divisiones políticas ni territoriales, tal como es el universo, en definitiva.
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