En un acto en la parroquia Nuestra Señora de Carupá el cura Pancho Soares fue afiliado postmortem al sindicato de ladrilleros (UOLRA). Se lo reconoció por su identificación con la clase trabajadora. La cual se materializó no solamente en su defensa y apoyo a trabajadores vulnerados, sino también porque él mismo trabajó en diferentes oficios igual que sus vecinas y vecinos del barrio. El cura obrero fue asesinado el 13 de febrero de 1976 por su compromiso social.
Cuando el padre pancho Soares decidió que su compromiso religioso estaba con los más pobres, y entre estos con las y los trabajadores, era superior y párroco del Santuario Nacional Basílica de Nuestra Señora de Lourdes de Santiago de Chile. Un lugar pujante, sin mayores problemas que mantener y hacer crecer su prosperidad.
De allí llegó a la diócesis de San Isidro. Y se instaló en zonas pobres entre San Fernando y Tigre. Además, no solamente predicó la palabra de Dios sino que ayudó a mejorar la vida de las y los trabajadores. Y él mismo trabajó a la par de sus feligreses, en cooperativas donde todos era sus propios patrones, o mejor, no había mandamases.
La historia del padre Pancho, merced a su comunidad, y a pastores como él -por citar dos, los curas Aníbal Filippini, y Jorge Marenco, más actualmente-, se conoce. Y se recuerda con tristeza, pero con compromiso para que no quede impune, que el 13 de febrero de 1976 fue asesinado, por esa vocación al servicio de los más vulnerados.
Reconocimiento
En este contexto, para reconocer materialmente su valoración de los trabajadores y el trabajo, la Comisión de Derechos Humanos Padre Pancho Soares gestionó ante la CGT que se lo reconozca como trabajador. Y así, el viernes último, por su desempeño con las baldosas, fue afiliado postmortem por el sindicato de ladrilleros UOLRA.
El secretario general de UOLRA nacional, Luis Cáceres, llevó en persona la afiliación y la entregó a la Comisión. Hubo una ceremonia en la parroquia Nuestra Señora de Carupá ligada a la historia de Pancho. Oficiaron una celebración religiosa el obispo diocesano, Oscar Ojea; y el padre Marenco, de Curas en Opción por los Pobres.
Por la CGT estuvieron el secretario general de la CGT Zona Norte, Ricardo Lovaglio-que entregó un presente a la Comisión-; y el secretario de Derechos Humanos de la CGT nacional, Julio Piumato. Y participaron, asimismo, Hugo Cachorro Godoy, titular de la CTA Autónoma; y Jorge Carrizo, referente de Judiciales San Isidro, entre muchos otros.
También, como siempre lo ha hecho, acompañó la comunidad. La referente Virginia Baldo leyó un documento de la Comisión sobre el reconocimiento. Recordó que el padre Pancho fue asesinado allí y cumplió su sacerdocio en ese barrio “donde aún las y los vecinos lo recuerdan por su entrega, por su compromiso y por su solidaridad”.
En el mismo lugar
“Estamos aquí, en el mismo lugar -enfatizó Baldo- en la misma comunidad de Carupá que Pancho eligió (…). En aquellos años la zona se inundaba con facilidad. Las calles eran de tierra y surcadas por zanjones”. Y el texto también recordaba que había mayoría de “trabajadores de aserraderos y astilleros, y trabajadoras domésticas”.
“Pancho -recordó- se estableció en el patio que hoy ocupa el jardín de infantes San Francisco. Allí con sus propias manos construyó la capilla. Y una modesta casilla de madera en la que vivió hasta el trágico 13 de febrero del 76. Día en el que también su hermano Arnoldo Soares recibió varios disparos que también le causarán la muerte”.
Tras la ceremonia, la comunidad compartió bailes folclóricos y cantos. En dialogo con denorteanorte.com el padre Marenco explicó: “(…) Hay un tema que lo trasciende a Pancho. Y es la situación de la Iglesia después de la Segunda Guerra Mundial. Pancho estudia en Francia, y en España, hace la teología. Y allí empieza a recibir influencia de los movimientos de curas obreros que empiezan a surgir (…)”.
Para Marenco “En Pancho tiene mucha fuerza la espiritualidad de Charles De Foucauld, que acaba de canonizar hace dos meses Francisco. Foucauld decía que el religioso con solo vivir debe predicar el evangelio. Y plantea imitar las virtudes de Jesucristo en Nazaret en su época oculta. O sea la vida de trabajador de Jesús como carpintero”.
Espiritualidad
Por otra parte Marenco explica: “Él bebe de esa espiritualidad del trabajo. Y siempre trabajó. El segundo tema de Pancho es su vocación por compartir la vida de las y los vecinos y ser un vecino más. Que no se distinga por ser sacerdote. Él quiere identificarse con los trabajadores, con los vecinos. Y con los pobres”.
Marenco entonces señala que “la identificación del padre Pancho con los trabajadores implica que él denuncie las injusticias que padecen los trabajadores (…) Cuando Antonio Borda es torturado él va y denuncia ante la justicia (…). En todos los casos que se conocen él tiene la capacidad de hacerse presente y acompañar esa situación y denunciar la violencia en contra los trabajadores”.
“Todo eso -reafirma Marenco- es por un deseo de compartir la vida y compartir la suerte de las y los trabajadores. Acá hay un tema muy profundo para la iglesia. Y es que hay un cura que no quiere separarse de la vida de la gente. No cree que la dignidad sacerdotal sea separarse de la vida de la gente, sino todo lo contrario (…)”.
Luego el historiador, Macelo Magne, de la Comisión de Derechos Humanos de Tigre Padre Pancho Soares, explicó: “El objetivo central de este reconocimiento es dimensionar el papel que tuvo Pancho en el mundo del trabajo. Porque aparte de ser sacerdote, y tener ese compromiso con los pobres y la transformación social, él fue un trabajador”.
Un trabajador
Magne señaló que “el padre pancho trabajó en varios emprendimientos cooperativos. Entre ellos, montó una fábrica de producción de baldosas y de mosaicos acá cerca (de la parroquia) en la calle Luis García (…) que llegó a tener 30 trabajadores y funcionaba como una cooperativa en el marco de lo que fue la Comunidad Juan XXIII”.
Magne informó, asimismo, que dentro de la Comunidad Juan XXIII, también había un taller de plantillas de zapatos, otra cooperativa. Con lo cual “su labor (sacerdotal) estaba vinculada más allá de lo específicamente religioso, con la cuestión social y política, y con el trabajo. Y esto es lo que quisimos que se reconozca”.
Como parte del reconocimiento del movimiento de trabajadores al padre Pancho, también se descubrió una placa en una de las paredes del Espacio de Memoria Padre Pancho Soares, que se levanta lindero a la parroquia tigrense. Allí hay objetos, vestimentas y recuerdos del padre Pancho. Y el lugar se utiliza para dar charlas y conferencias.
Gustavo Camps
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