Con una charla de Marcelo Ciaramella, profesor de ciencias religiosas y párroco en Quilmes, el sábado; y una celebración religiosa, con una guitarreada ayer domingo al cierre de la jornada; la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de Carupá recordó el asesinato por razones políticas del padre Pancho Soares, a 46 años del triste hecho, el 13 de febrero de 1976. Hubo concejales, legisladores y funcionarios tigrenses, además.

“Es mantener viva la memoria” dice el padre Jorge Marenco después de dos jornadas donde se preocupó por abrir el espacio de recuerdo junto a la parroquia Nuestra Señora de Carupá, y dejarlo listo para la charla y las visitas; para que la parroquia estuviera bien aireada para la misa; y también en saludar y atender a cada visitante.
El fin de semana último la comunidad de la parroquia recordó al padre Pancho Soares, a 46 años de su asesinato político, preludio de la última dictadura cívico militar, el 13 de febrero de 1976. Pancho era el cura del pueblo en esa zona; y su sacerdocio era firme y coherente para proteger a las y los más vulnerados. Por esto fue asesinado.
En la parroquia, actualmente a cargo del padre Marenco, del colectivo de Curas en Opción por los Pobres, se lo recuerda permanentemente. Y para esta fecha la comunidad y la Comisión de Derechos Humanos de Tigre Padre Pancho Soares organizan actividades especiales por aquel cura de pueblo.
Comunidad Juan XXIII


Esta vez el sábado último el profesor en ciencias religiosas, Marcelo Ciaramella, párroco en Quilmes, también del colectivo de Curas en Opción por los Pobres, encabezó una charla sobre su tesis de postgrado en la Universidad Nacional de Quilmes, “Las complicidades eclesiásticas en el genocidio económico (1976-1981)”.
Marenco se mostró satisfecho no solo por la charla, que resultó muy interesante, y nutrida de información, para las y los feligreses que participaron –el padre Ciaramella la dio en el salón del espacio de memoria-, sino también por la convocatoria para homenajear al cura tan querido y recordado por su compromiso social.
El domingo 13, luego, oficiaron una misa los padres del grupo, Roberto Murall, de La Rioja, que fue especialmente a la celebración; Eduardo de la Serna, de Quilmes; y los locales, Sergio Iglesias, de Dique Luján; Roberto Ferrari, de Benavídez; el diácono, Héctor García, de Nuestra Señora de Carupá; y el padre Marenco.


Durante la celebración, antes de momento del sermón, el elenco de narradores y titiriteros, Los Trashumantes, de Dique Luján –del que además forma parte el padre Iglesias-, recreó el nacimiento de la Comunidad Juan XXIII, una iniciativa del padre Pancho a mediados de los años 60, para llevar trabajo al barrio.
Una característica del Padre Pancho era que, sumado a su trabajo sacerdotal, siempre trabajaba para obtener sustento; lo hizo como traductor de francés; también llevaba pequeñas contabilidades; y a través de la Comunidad llegó a montar una cooperativa de fabricación de mosaicos, donde trabajaba junto a vecinos de la zona.
La pobreza

Durante el sermón el padre De la Serna se refirió a la pobreza vista desde el evangelio, y señaló que suele malinterpretarse; en esta línea precisó que el evangelio no exalta la pobreza. “Lo que el evangelio dice es que la situación va a cambiar” y “destaca la actitud de generosidad de compartir con el hermano”, explicó.
Antes de finalizar la celebración religiosa, algunos de los feligreses que conocieron en persona al padre Pancho recordaron sus vivencias y dieron testimonio de su prédica. Entre las voces se destacó la de María Rufina Ruffi Gastón, militante de derechos humanos en la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte.
La mujer recordó que su compañero de vida, Aldo Ramírez, había sido secuestrado; y con su hija pequeña recurrió al cura con mucho temor y desamparo; y el Padre Pancho la cobijó en su casa, donde vivía con su hermanito Arnoldo (asesinado junto a él en 1976). “Me dio seguridad y fe” señaló emocionada Ruffi.

Tras la celebración los presentes compartieron una guitarreada. Estuvieron, asimismo, la diputada provincial, Roxana López; el subsecretario municipal de Tierras y Suelo Productivo, Javier Parbst; y la subsecretaria de Derechos Humanos local, Natalia Reynoso, entre otros funcionarios.
“El homenaje al padre Pancho Soares se viene construyendo desde hace muchos años junto a la comunidad de Tigre y, por supuesto, es muy movilizante” señaló la funcionaria sobre el acto y afirmó: “Estar junto al padre Jorge y otros párrocos que luchan con acciones para beneficiar a los que menos tienen es indispensable”.
Gustavo Camps
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