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Se emplazó en el Colegio Marín la réplica del monumento a la paz, que un alumno confeccionó en 1996, y está en Nagasaki

El acto en el Marín el miércoles último a 78 años de la bomba sobre Nagasaki

El acto en el Marín el miércoles último a 78 años de la bomba sobre Nagasaki

En rememoración de la bomba atómica que destruyó la ciudad de Nagasaki en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, el colegio Marín emplazó la réplica de un monumento a la paz que un alumno realizó en 1996 y fue elegido para instalar en el Parque de la Paz de Nagasaki, en representación de la Argentina, junto a otras creaciones similares en el mundo. Estuvo el autor, Matías Davirón. El embajador de Japón, Hiroshi Yamauchi. Y encabezó el acto, el director general del colegio, y representante legal del Grupo Marín, Andrés Sensini.

El embajador Yamauchi; el educador Sensini y el ex alumno Davirón, que confeccionó los monumentos

Gran cantidad de alumnos y alumnas de inicial, primaria y secundaria del colegio Marín y una delegación del Instituto Argentino Japonés participaron del emplazamiento de una réplica del Monumento a la Paz–Nagasaki que un exalumno del Marín confeccionó en 1996. Y hasta la actualidad permanece en el Parque de la Paz de Nagasaki, en Japón.

La réplica, hasta tiempo atrás, estuvo en la reconocida plaza Mitre -la plaza del reloj- de San Isidro, frente a la Catedral. Sin embargo, con la última remodelación, que le dio a la plaza su original aspecto de los años `30, el monumento de1995, no encajaba. El municipio le pidió al Marín que elija otra plaza para llevarlo, y el colegio decidió emplazarlo en su predio.  

El acto tuvo lugar el miércoles 9, a 78 años de la bomba atómica que arrojó EEUU sobre Nagasaki, Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Días antes, el 6 de agosto de 1945, había arrojado otra sobre Hiroshima. Cientos de miles de personas murieron, otras tantas resultaron heridas, y varias generaciones sufren consecuencias en su salud por el hecho

Símbolos

El acto en el que ahora se llama Parque de la Paz, en el Marín

Desde el punto de vista institucional el acto en el Marín tuvo una importancia mayúscula. Estuvo en el colegio el embajador japonés, Hiroshi Yamauchi. Hubo autoridades educativas de la región y de San Isidro. Por el colegio encabezó el acto, Andrés Sensini, director general del Colegio Carmen Arriola de Marín, y representante legal del Grupo Educativo Marín.

Y estuvo el hacedor del monumento, Matías Davirón (47), que a los 19 años confeccionó el monumento original, y luego la réplica. Aquel original, de casi tres metros, hasta la actualidad permanece en el Parque de la Paz-Nagasaki, y acompaña a la imponente Estatua de la Paz japonesa, junto a otros tantos monumentos de diferentes países del mundo.

Sin embargo, hubo tres momentos en el acto, uno casual y dos programados, que, por su simbolismo, le dan oportunidad a la humanidad de redimirse y de seguir firme en la búsqueda de la paz. Más allá de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, y de que desde 1945 las guerras tal vez hayan aumentado en el mundo. Y de que era tan solo un acto escolar.

Cuando el embajador daba su discurso se notó que luchaba con el español tan exótico para un oriental, como debe ser el japones para un occidental. Espontáneamente, en un momento, y seguramente porque saben por sus primeras experiencias de vida, que es difícil pronunciar con certeza, las y los niños de inicial, los más chicos, lo aplaudieron para darle ánimo.

La paz único camino

“(…) Un día como hoy (por el miércoles 9), hace 78 años, la ciudad de Nagasaki, al sur de Japón, sufrió un bombardeo atómico tres días después de otra tragedia similar en Hiroshima -recordó el diplomático- Ambas ciudades fueron reducidas a escombros y no hubo modo de dimensionar las secuelas que continúan hasta años recientes”.

Y luego explicó: “Pero más allá del dolor, esos trágicos hechos obligaron a la humanidad a reflexionar y a entender que la paz es el verdadero y único camino que debemos emprender. Al día de hoy parecería no ser un camino fácil. Pero todos estamos al alcance de realizar un pequeño aporte”. Y valoró, por eso, el acto de emplazamiento del monumento en el colegio.

El embajador Yamauchi lee su discurso

En otro momento del acto recordaron a Sadako Sasaki. La niña tenía dos años cuando cayó la bomba en Hiroshima, su ciudad. En la adolescencia le diagnosticaron leucemia por la bomba. Y ella comenzó a confeccionar 1.000 grullas para que otras fuerzas la ayuden a seguir viviendo para estudiar. No lo consiguió. Y sus compañeros siguieron luego de su muerte.

El miércoles las y los alumnos del Marín y del Instituto Argentino Japones, que también habían confeccionados sus propias grullas para el acto, las colgaron de las rejas del colegio que dan a la avenida Del Libertador.  Esa mañana, asimismo, dos alumnos, uno de ascendencia occidental y otro de ascendencia oriental, leyeron un poema en español y japonés.

La paz es maravillosa

Uno de ellos informó que el autor de, La paz es maravillosa, es Yuki Asato, un niño oriundo de Okinawa, que lo escribió a los seis años. “Él hace referencia a que todos podemos entender el mensaje de la paz si nos lo proponemos”, explicó el alumno. Y ambos se pusieron a leer ante la atenta escucha de sus compañeros y compañeras (y que hablar los adultos).

Esos tres momentos consolidaron un acto muy completo y respetuoso. En otro tramo del acto, acorde con el carisma del Colegio Marín, un religioso de la institución educativa y el obispo auxiliar, Raúl Pizarro, bendijeron el monumento y el parque del colegio. Sensini anunció, en otro momento, que el lugar pasaría a llamarse: Parque de la Paz.  

La bandera de la paz

Durante el evento la Asociación Mil Milenios de Paz le entregó al colegio Marín la distinción de Embajador de la Paz. Sensini como su representante, leyó un juramento de compromiso por la paz.  En otro tramo más distendido, el autor del monumento, ilustrador y diseñador gráfico actualmente relató cómo nació la presentación en 1996.

Recordó que el profesor Juan Carlos Carrera informó sobre el concurso colegial para diseñar el monumento y él se interesó por curiosidad. “No sabía meditar. Pero trate de sentir dentro de mí lo que podría ser un conflicto (…) para tratar de representar con formas y colores un símbolo distinto a la paloma de la paz que todos conocemos”, reveló en el acto.

El monumento

Davirón explicó cómo creo el munumento en 1996

“En la base hay cosas muy duras. Quería transmitir caos y violencia. Algo pesado (…) -explicó- Y quería que eso se refleje hacia afuera. Luego, hacia arriba se va achicando esa pesadez (…) Como cuando nos sentimos aliviados y en paz (…) Y a la paz la sentía como una forma pura: la esfera del sol naciente de la bandera de Japón”.

En diálogo con la prensa local, Sensini explicó sobre el acto: “Me parece muy importante que en las escuelas se toque el tema de la guerra. Porque la guerra nunca es el camino para alcanzar la paz. Solo trae dolor, muerte, angustia y tristeza. Hay que repudiar la violencia como modo para resolver las diferencias en el mundo”.

Sensini hizo notar que “esto tiene que ver con las diferencias entre países. Pero también hay un aprendizaje muy importante para las diferencias dentro de nuestro país. Muchas veces las diferencias ideológicas son obstáculos infranqueables. Y es algo especial para trabajar en nuestras aulas, para que no exista la violencia verbal, la descalificación y el hostigamiento”.

Sensini puso de relieve que “tenemos que procurar que el otro es alguien digno para respetar. Y fundamentalmente una maravillosa oportunidad para aprender de él. El lema de este año de nuestro colegio es justamente: Juntos construyamos la cultura del diálogo y el encuentro. Que útil esto para la comunidad educativa pero también para la realidad de estos tiempos”.  

Verdadero encuentro

El himno de Japón

El educador enfatizó: “Uno entiende que las diferencias existan. Pero el cómo las zanjamos. Y de qué manera nosotros procuramos convivir con el otro. Me parece que ahí está el secreto. Y esto tiene que ver con lo educativo. Con el aprendizaje. Y para que en nuestras aulas se gesten espacios para que haya verdadero encuentro”.

Como parte de la jornada al final, en el salón Francia del establecimiento, los escritores argentinos, de ascendencia japonesa, Carlos Alberto Kimio Tanaka (ex alumno del Marín); y Ricardo hará, presentaron dos libros de sus autorías. En ellos se puede conocer cómo construyen, viven y se adaptan a una cultura diferente dos migrantes.

Cómo un gorrión (autoedición, 2023, 337 pág.), de Tanaka, relata la experiencia de vida de un japones en la argentina. Sus relaciones hacia afuera y con la familia. Y, Crónicas de Japón (Ediciones MT, 2023, 370 pág.) relata viajes a Japón; rescata costumbres y tradiciones; y valora la dimensión personal japonesa sobre “mejora continua”.

Gustavo Camps   

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