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Sobre el Encuentro Nacional de Mujeres, en Trelew

Con la mira en el último encuentro nacional de mujeres el columnista, Andrés Pavón, describe un interesante recorrido de la mujer en el ambiente productivo desde principios hasta mediados del siglo XX, y aporta al tema desde su visión peronista, que en ninguna de sus columnas veló ni enmascaró. Hubiera sido políticamente correcto que escribiera una mujer sobre la cuestión de marras, pero ni el portal, ni el columnista, tienen esa intensión.

Por Andrés Pavón

Andrés Pavón

Las primeras corrientes o manifestaciones feministas se llevaron a cabo a principios del SXX, como emergente de las transformaciones económicas, debido a nuestro ingreso en el sistema de producción capitalista, la industrialización y la incorporación de la mujer en los procesos productivos.

Si bien estas primeras organizaciones o acciones feministas, lejos estuvieron de ser orgánicas u homogéneas, no fue impedimento para que penetren y se instalen en la sociedad. La «cuestión de la mujer», se transformó en una «cuestión social y política».

Citemos algunas definiciones de feminismo, 1. «El feminismo es una crítica a la supremacía del hombre y la convicción de que puede cambiarse». Linda Gordon. 2. «…quienes afirman la existencia de relaciones de poder de varones y mujeres, que subordinan a estas últimas; la injusticia de dicha subordinación; y la voluntad de cambiarla». Marcela María Alejandra Nari.

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El fin de semana último se llevó a cabo el «33 Encuentro Nacional de Mujeres» en Trelew. Y una de las principales críticas al evento es la «politización del feminismo». Bien, en esta nota quisiera recordar, que desde sus orígenes, la mayoría de las feministas participaban en partidos políticos y movimientos políticos-ideológicos. Socialismo, anarquismo y a mitad de siglo, en la Argentina el peronismo.

La incorporación de la mujer, en los procesos productivos, hará emerger cuestiones relacionadas con la «realización personal», a la participación en las luchas sociales y a la liberación de la sociedad patriarcal. El patriarcado sostenía que, el trabajo de la mujer, no debía estar fuera de la estructura familiar -labores domésticas, rurales- y cuestionaba el trabajo en talleres o fábricas. La mujer fuera de su «ámbito natural», su familia, era una mujer «degenerada».

IMG-20181016-WA0016Las mujeres obreras eran representadas, como vector principal del «desorden natural», del «desorden social». El trabajo asalariado, extra-doméstico, era considerado una «degeneración» que promovía la «degeneración de la raza». Era perturbador a los «valores de la sociedad», ver a la mujer asalariada protestar en las calles y marchar en las manifestaciones, huelgas, movilizaciones.

El hogar y la maternidad se consideraban atributos y soportes de la femineidad, y el trabajo asalariado de la masculinidad. Los varones trabajadores no las consideraban sus pares, por su sexo, y estaban doblemente excluidas, de la sociedad patriarcal por género y de clase social a la que pertenecían por no ser consideradas trabajadoras por sus pares. 

Aparecen conquistas como, «reposo por parto» (no remunerado 1924). «licencia maternal» (paga 1930). El trabajo femenino, a mediados de siglo XX aproximadamente, al fin fue aceptado por la sociedad y era imposible seguirle negando derechos civiles. El peronismo, en 1947, las convirtió formalmente en individuos-ciudadanos. El trabajo asalariado, como instrumento emancipador, y la acción política como herramienta en la puja de poder.

*militante y referente del peronismo de San Martín

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