Se desempeñaba en Perú, y aunque nació en Chicago (EEUU) tiene nacionalidad peruana también. Robert Francis Prevost (69) es el Papa León XIV que sucede a Francisco. Tuvo a su cargo, como presidente, la Pontificia Comisión para América Latina entre 2023 y 2025. Pertenece a la orden de San Agustín, con gran vocación comunitaria y muy dedicados a la educación. En su discurso inaugural como Papa León XIV invocó la paz y se dirigió en español a sus compatriotas peruanos.
León XIII (1810-1903) en su papado entre 1807 y 1903 puso en evidencia la situación de las y los trabajadores dentro de la lógica individualista y explotadora del capitalismo. El cardenal, Robert Francis Prevost (69), nacido en los EEU, y de nacionalidad peruana por opción, eligió para su papado el nombre de León XIV.
Tras el tradicional “Habemus Papam” hoy jueves 8 se dio a conocer en el Vaticano, tras el Cónclave, el nombre del nuevo Papa de la Iglesia católica. León XIV se mostró emocionado en su primer discurso, y envió un saludo en español a la ciudad peruana de Chiclayo, “un pueblo fiel” de Perú, en sus palabras.
La paz
Pero también se refirió a la paz. Muchos noticieros lo definieron como un Papa “en la línea de Francisco”. La orden a la que pertenece León XIV, la de San Agustín, se caracteriza por la vocación comunitaria y educativa, a través de la fundación y dirección de escuelas. El carisma de San Agustín era la pobreza y la obediencia.
El Papa León XIV recordó a Francisco, también en su discurso, y lo caracterizó como “una voz siempre valiente que bendijo a Roma”. Al iniciar sus palabras León XIV saludó: “La paz sea con todos ustedes Queridos hermanos y hermanas (…)”. Y explicó que era el primer saludos de Cristo resucitado. Para exhortar: “A todos los pueblos, a toda la Tierra, la paz sea con ustedes”.
“Debemos buscar juntos cómo ser Iglesia. Una Iglesia que construye puentes de diálogo. Siempre abierta a recibir (…). Con los brazos abiertos a todos aquellos que necesitan de nuestra caridad, de nuestra presencia de diálogo y amor”. León XIV, al final, invitó a rezar el Ave María. Y así lo hizo con toda la plaza del Vaticano.
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