Opinión, Políticas sociales, Por Juan José Prado, Seguridad

Una política de transformación en nuestras cárceles

Liberté, restaurante cooperativo en la cárcel de Batán

Liberté, restaurante cooperativo en la cárcel de Batán (Foto Liberté)

En su columna el doctor Prado celebra la existencia, en la cárcel de Batán (Gral. Pueyrredón), de una cooperativa de encarcelados que maneja un restaurante allí mismo. La experiencia se visibilizó en estos días pues cumple su primer aniversario. Otras veces se ha informado aquí sobre la experiencia docente de Prado, y él mismo ha cuestionado procederes de abogados que seguramente pasaron por aulas donde el enseñaba. Esta vez, él omite decirlo en la columna, pero la doctora Diana Márquez, voz de la Asociación Pensamiento Penal APP, que promovió esta cooperativa, también fue alumna suya.

Por Juan José Prado*

La noticia en lo personal me ha impactado favorablemente y me ha dado esperanza. La cárcel de Batan tiene un restaurante, idea que surgió a partir de una donación de máquinas y elementos de rotisería para que los internos mediante la formación de una cooperativa, llamada «Liberté», pudieran determinar y mostrar una actitud integrativa.

Ha quedado muy atrás la designación que un grupo de docentes de la UBA, en los tiempos de la intervención del gobierno de Raúl Alfonsín, en manos de Delich, para conformar la política educativa, humana, en la cárcel de Devoto.  Cuanta oposición a este emprendimiento, una verdadera herramienta humanizante para morigerar nuestras cárceles post represión.

Recuerdo, y lo he repetido muchas veces en muchos escritos, aquel encuentro con el directivo del departamento de Educación de la cárcel de Devoto. Nos hicimos presentes la Lic. Ferreyra y quien escribe, por ese entonces, titular de la catedra Derecho del Ciclo Básico Común CBC. Íbamos a poner en marcha el proyecto.

Al recibirnos, sentado frente a nosotros, el funcionario nos dijo: «Bueno, bien, ustedes dirán. Ustedes que están en democracia».  Él no estaba en democracia. Y así lo demostró, por mucho tiempo, el personal penitenciario ante la iniciativa de poner a disposición de los internos la posibilidad de emprender o continuar una etapa de estudio universitario. 

Recoge ese estado de cosas el informe que, en paralelo, efectuáramos sobre las cárceles, integrantes de la APDH y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos entre los que se encontraba, como representante del Poder Judicial, el Dr. Raúl Zaffaroni. Y los colegas Carlos Zamorano, G. Frugoni Rey y María Eugenia Urquijo. 

Una verdadera cruzada

Fue una tarea de más de tres meses en contacto con los internos.  Se sintetizó la experiencia en un informe elevado al subsecretario de Derechos Humanos, por la Comisión Asesora para la Vigencia de los Derechos Humanos en el Ámbito Carcelario. La UBA se constituía en pionera de la iniciativa de llevar, el derecho al conocimiento, dentro de las cárceles.

El restaurante que motiva esta nota es producto de la iniciativa promovida por la Asociación Pensamiento Penal APP. Creada por el desaparecido juez penal del tribunal de Necochea, Mario Juliano. El restaurante se llama «Punto de paz». Resulta por demás interesante reproducir en este comentario las palabras de la Dra. Diana Márquez.

La colega integra esta verdadera cruzada por la recuperación de derechos de los internos encarcelados. Y señala**: “Una cosa es el dolor y otra el odio. El odio suele ser una primera etapa. Nosotros ayudamos a liberarse del odio; del “que se pudran en la cárcel” y esa clase de expresiones». En esas palabras está la síntesis de esa tarea por los que aceptan el castigo por los errores cometidos y reconstruyen, con amor, su integración social.

*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires AABA. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA.

** Declaraciones al matutino Página 12

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