Opinión, Por José Pepe Armaleo, Situación Social, Sociedad

El miedo como política de Estado

Las fuerzas policiales en un marcha de jubilados

Fuerzas de la Prefectura nacional en un marcha de jubilados

“Se tenía que decir y se dijo”. Así decían las abuelas cuando en la familia alguien exteriorizaba lo obvio. Lo que todos veían. Pero por alguna cuestión de no hacer olas, convivir, mantener las apariencias, todos dejaban pasar, hasta que alguien explotaba. A esta altura del partido la chabacanería y misoginia del Presidente no sorprenden a nadie. Sus insultos al periodismo tampoco. Pero el gobierno ahora trata de encarcelar a las y los opositores. Y más si son del partido peronista, (y del kirchnerismo en particular). En esta nota Pepe Armaleo lo plantea claramente en términos políticos. Se tenía que decir y Armaleo lo dijo.

Por José Pepe Armaleo*

Cuando no hay futuro que mostrar, se impone el miedo como herramienta para disciplinar. Persecución, misoginia y represión: el manual de quienes gobiernan contra el pueblo.  Donde se despliega una estrategia deliberada para desviar el foco del verdadero conflicto: la entrega del país y la demolición del tejido social.

La escena se repite con distintos rostros, pero con el mismo guión. El traslado de Alexia Abaigar al penal de Ezeiza no es solo una decisión judicial discutible.  Es una señal política. La intención no es hacer justicia. Sino enviar un mensaje. Disciplinar. Marcar límites. Y hacerlo, además, con una carga simbólica agravada: es mujer y militante.

En las últimas horas señalaron que, la compañera Aldana Muzzio, trabajadora del PAMI y militante de Vicente López, fue detenida en su domicilio esta madrugada por personas que se habrían identificado como personal del Juzgado Federal de San Isidro. Y en el mismo distrito habría al menos tres personas más detenidas.

En Quilmes, fue detenida e incomunicada una funcionaria cercana a la intendenta Mayra Mendoza, que además preside el bloque de Unión por la Patria en el Concejo Deliberante local.  Estas acciones, todavía sin explicación pública clara ni transparencia institucional, refuerzan una preocupación creciente.

“El hostigamiento hacia las voces críticas, sobre todo si son mujeres,
busca silenciar y aislar”

Estamos frente al uso discrecional del aparato judicial y represivo del Estado para perseguir a la militancia, amedrentar la organización y sembrar el miedo. Tampoco son hechos aislados. Vimos en las últimas semanas cómo se intensifican los ataques a periodistas. Julia Mengolini y María O’Donnell fueron blanco de insultos y campañas de desprestigio, incluso por parte del propio presidente.

El hostigamiento hacia las voces críticas, sobre todo si son mujeres, busca silenciar y aislar. También preocupa el tratamiento judicial hacia Cristina Fernández de Kirchner, a quien se le exige presentar un listado de personas autorizadas para visitarla en su domicilio. Un gesto innecesario que expone el uso político del Poder Judicial.

La represión a jubilados, la agresión al fotógrafo Juan Pablo Grillo, y el discurso oficial que niega responsabilidades refuerzan la idea de una estrategia orientada a criminalizar la protesta y desviar la atención del deterioro económico: caída del empleo, inflación persistente, ajuste sin contención.

A la par del ajuste económico brutal -planificado por el poder económico concentrado y ejecutado con obediencia por el gobierno de Milei, se despliega una estrategia deliberada para desviar el foco del verdadero conflicto: la entrega del país y la demolición del tejido social.

Pero algo esta crujiendo. El restablecimiento de retenciones que fractura el frente agropecuario oficialista. Ya no hay relato ni épica que justifique el aumento del desempleo, el cierre masivo de comercios y fábricas, la destrucción del salario y de las jubilaciones, ni la parálisis productiva.

Lo que viene no se espera: se organiza

El modelo libertario muestra su verdadero rostro: una Argentina para pocos, manejada por y para los mercados, sin pueblo, sin soberanía, sin derechos. Frente a ese fracaso estructural, el Gobierno apela al miedo como mecanismo de control. Recurre a la represión, al show punitivo, al odio como forma de cohesión social.

 Persigue, estigmatiza y escarnece a quienes piensan distinto, resisten, a quienes expresan un proyecto de país basado en la justicia social. Y lo hace con una violencia especial cuando esas voces provienen de mujeres, de militantes, de referentes populares. Porque ahí se concentra lo que más temen, la organización, la memoria y la política con amor al otro.

Pero la historia argentina no se rinde. Cada vez que intentaron gobernar con miedo, emergió un pueblo dispuesto a dar pelea. Se bancó bombardeos, fusilamientos, desapariciones, proscripciones, torturas y vejaciones de todos los colores. No pudieron con un pueblo que supo organizarse, resistir y volver.

Por eso, frente al avance de la persecución, no debemos responder con violencia ni caer en provocaciones. La prudencia, la unidad y la firmeza son nuestras mejores herramientas. Nada grande se logró sin la participación activa del conjunto, sin la rebeldía de las juventudes y sin la decisión colectiva de construir un futuro con justicia y dignidad.

Ese fuego sigue encendido, aunque quieran apagarlo con odio y con gases. Porque la esperanza no es ingenua: es memoria en movimiento. Y porque no hay proyecto sin pueblo, ni pueblo sin participación. Lo que viene no se espera: se organiza. La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse.

*Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudio Arturo Sampay, de Vicente López

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