Por Giselle Santana*
Otra vez el nudo en la garganta. Los puños se cierran involuntariamente, como para apretar la bronca, para contener las lágrimas. Una más, Camila y sus 26 años, Camila y sus dos hijos, Camila y una búsqueda incansable que empezó el 4 de abril en su barrio, en Moreno, que se multiplicó en las redes, donde todas y todos esperábamos que no fuera éste el final, pero lo fue. Lo viene siendo…
En lo que va del año (hasta el 14 de abril, en realidad, que es el último relevamiento), hubo 88 feminicidios, uno cada 37 horas. Pero ese número se disparó a partir de la cuarentena impuesta para evitar el contagio de coronavirus el 20 de marzo, y hoy asesinan a una mujer cada 14 horas. Todo Moreno buscaba a Camila, y hoy exigirá justicia. Porque para nosotras no es tan seguro “quedarnos en casa”, y las respuestas desde el Estado no llegan o son insuficientes.

Camila Tarocco
Camila, y tantas otras que siguen presentes en nuestra lucha, podría haberse salvado, no con un “barbijo rojo”, sino poniendo todos los recursos del Estado al servicio de erradicar esta violencia machista. Hoy existe un ministerio, pero no alcanza con eso, o con que el Presidente use lenguaje inclusivo. No ha habido una sola mención en todas las conferencias de prensa y apariciones públicas a esta ola de violencia ni a las medidas que piensan tomar desde el gobierno para poner un freno ya. La violencia de género es una emergencia, tanto como la sanitaria.
Cuando se está discutiendo la posible implementación de un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, decimos que hay que hacerlo ya! Y que con esa plata, y la de la ilegítima deuda externa, deben volcarse recursos a un programa de emergencia contra la violencia de género. Que incluya viviendas para las denunciantes y sus hijos e hijas y un ingreso igual a la canasta familiar. Que refuerce la línea 144 y nuevas posibles vías de denuncia y búsqueda de ayuda, con trabajadoras no precarizadas, con salarios y lugares de trabajo dignos, con recursos para los equipos interdisciplinarios que intervienen en el acompañamiento de cada caso.
Ese es el camino para empezar a a pararle la mano a esta masacre. *Hoy Camila ya no está. Hoy somos una menos, pero no aguantamos más.*
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