La especialista en adicciones, Débora Blanca, advierte que el llamado “juego” online no es para nada un juego, sino un problema para la comunidad. El atenerse al azar y a la ilusión de que se pueden eludir las faltas -de toda clase-, y el dolor, con acciones superficiales y evasión, es atenerse a una mentira. Pese a que el sistema vende esto como verdad, no lo es. Y, además, es nocivo para las personas. Blanca, entonces, reclama que el Estado no se evada también, cumpla con su función y legisle para proteger a las personas.
Por Débora Blanca*

Chicos y chicas desde los 12 años, jóvenes. Familias enteras. Todos narcotizados con algo que parece un juego (así se lo llama). Pero que no lo es. Las apuestas online implican, entre otras cosas, la ilusión de “vivir” de las apuestas, cuando sabemos que de ellas viven los casinos y sitios ¿Se acuerdan de «La banca siempre gana»? Bueno, eso.
Las apuestas online implican inmediatez, shocks de dopamina, anestesia de dolores y frustraciones, risas eufóricas si se gana. Acompañadas de nuevas zapatillas y entradas a boliches deseados. y desesperación, y actuaciones de todo tipo. cuando se pierde (préstamos, robos, insomnio, aislamiento; más un montón de etcéteras).
El juego online implica la aparición de una nueva figura: los cajeros. Ellos son los intermediarios entre los casinos y los apostadores; venden fichas a personas que intentan apostar por primera vez. Pero también les venden a quienes están perdiendo todo. Y cuando digo todo no exagero: es todo.
«Muchos cajeros en nuestro país son menores de edad. Sí, tal cual como se lee ¿Y las familias lo saben? Algunas no. Otras sí (…)»
Muchos cajeros en nuestro país son menores de edad. Sí, tal cual como se lee ¿Y las familias lo saben? Algunas no. Otras sí, pero lo ven como una entrada “de guita” sin esfuerzo ni costo ¿Ni costo? Las apuestas online implican, cuando se tornan compulsivas, la esclavitud, el empobrecimiento, el desdibujamiento del futuro.
¿Qué futuro? Claro, acá tenemos un problemón. Los nuevos paradigmas se encargaron de hacernos sentir que estamos en falta si nos acomodamos un ratito en el pasado. Por ejemplo, cuando recordamos, cuando extrañamos. Nos venden que el futuro no existe. Menos aún enlazado a otros. Todo es ya, ya. Es ya, yo, ya.
Pero pensar solamente en mi, el “yo” sin otros, es una máscara hueca, triste. Y ahí es donde vienen los narcóticos como el juego online. En este contexto apelamos y exhortamos al Estado para que instrumente las legislaciones necesarias para cuidar a los pibes: YA. Y acá sí que es pertinente el ya.
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