Opinión, Política, Por Juan José Prado, Situación Social

Las huelgas y la actualidad

Aunque hubo otras antes, se considera la huelga de tipógrafos como la primera declarada por un sindicato argentino

Aunque hubo otras antes, se considera la huelga de tipógrafos como la primera declarada por un sindicato argentino

El columnista Prado trae a colación la huelga de tipógrafos de 1878. Fue la primera huelga de trabajadores argentinos organizados que registra la historia. Prado celebra el compromiso de los trabajadores, su lucha, y sobre todo compara los contextos y opiniones sobre el paro, de aquella época con la actual. El establishment no aceptaba la iniciativa de los tipógrafos, pero ellos ganaron su reivindicaciones porque buscaban la dignidad.

Por Juan José Prado* 

Se me ocurrió revisar la biblioteca para volver sobre obras testimoniales escritas en otros tiempos. Y aparecieron los huelgas ¿Como era la vida del obrero argentino? ¿Hubo luchas? ¿Cuáles fueron los contextos sociales en tiempos pasados? ¿Y que puede surgir de una comparación con el presente?

La primera huelga en la Argentina sobre la que existen datos precisos es la de los tipógrafos. Se inició el 2 de setiembre de 1878 prolongándose por un mes. El gremio tipográfico bonaerense, nos dice Payró, no fue nunca una masa inerte, manejada a capricho, sino una clase independiente y levantisca, que existía en nuestra capital.

Estaba formada en su mayoría por criollos. Cada uno de sus miembros tenía una opinión. Y si es cierto que la primera huelga tuvo como protagonistas a los tipógrafos, es cierto también que durante largos períodos trabajaron los tipógrafos con un desinterés que no se limitaba a desdeñar el jornal, sino la misma vida. 

¿Y en que trabajaban los tipógrafos? O preguntado de otro modo ¿Qué se leía entonces? Dice Juan Balestra en, El Noventa (su libro sobre la Revolución de 1890 o Del Parque, un levantamiento cívico militar que no prosperó, contra el presidente Carlos Pellegrini) que lo que más se leía en esa época eran los remates de tierras.

El noventa

“Los diarios -cito- publicaban páginas enteras de remates de tierras, esa era la lectura predilecta, casi exclusiva del público. Los terratenientes argentinos y la alta burguesía comercial, que en las últimas décadas del siglo estrechaban su alianza con el capital inglés y le abrían de par en par las puertas del país, estaban absorbidos por el auge de sus ganancias y el fortalecimiento de su poder económico y político. El naciente movimiento obrero, muy ligado a la inmigración europea, aun no le inquietaba demasiado”

Los tipógrafos, entonces, entusiastas y arrebatados, del taller pasaron al comité. A las manifestaciones. A los atrios. Y muchas veces en las imprentas, con el cañón apoyado en el burro, componían con el fusil al alcance de la mano. Y luego dormían junto a las cajas, dispuestos a impedir con su sangre un empastelamiento.

Rafael Barreda, periodista de la época relata que “la greve” (huelga en francés) solo se conocía entre los criollos “de oídas”. Y se tomaba como una de las tantas curiosidades de las revistas del exterior. Hasta que el 2 de setiembre de 1878 estalló la de los obreros tipógrafos, que fue la primera huelga en la Argentina.

Cabe preguntarse sobre cuál fue la reacción de la clase dominante. Pues lo hicieron con críticas muy parecidas a las que se escuchan en el siglo XXI. El tradicional diario “El Nacional”, con la pluma del autor del Código Civil, Dalmacio Vélez Sarsfield, escribía, señalaba que era algo inadmisible y exagerado.

Vélez Sarsfield

Cito: “Una irrupción de derechos exagerados que no se podía admitir porque significaba contemporizar con esas exageraciones, lo que importaba subvertir: las reglas del trabajo”. Y agregaba un argumento constante contra la lucha obrera: “el socialismo usa las huelgas como instrumento de perturbación, pero el socialismo no es una necesidad en América”.

En un suelto de, El Nacional (16-6-78) ampliaban: “Se repite entre el gremio de tipógrafos, que para fin de este mes se declararán en huelga todos aquellos que trabajan en diarios de la mañana. (…) La huelga es un recurso vicioso, y no siempre para los que la ponen en práctica de buenos resultados. En esto deben proceder con calma”.

Más allá de la presión de la policía (todavía no estaba Patricia Bullrich, pero era parecido), las amenazas de traer tipógrafos carneros de Montevideo, Uruguay; el silencio y la agresión de la prensa cómplice del establishment (esto también se repite), tras más de un mes de huelga, los obreros tipógrafos ganaron la partida. .

Obtuvieron una jornada de 10 horas en invierno, y de 12 horas en verano. La patronal, no obstante, comenzó a implantar el trabajo a destajo como medio para anular esta conquista. La poca experiencia de los trabajadores y lo incipiente de su consciencia y organización les permitieron a los patronos montar la trampa.

Los obreros, mal pagos todos, buscaban aumentar un poco sus magros ingresos, para lo cual ellos mismos prologaban –con el sistema de salario a destajo- la jornada de labor establecida. Tal es así, que en los dos años siguientes, la jornada lograda en la huelga de l878 había quedado anulada en los hechos.

La lucha por la dignidad

De lo relatado surge claramente que aquellos hechos de reivindicación laboral,  contexto económico y social crítico para la clase trabajadora, la participación mediática cómplice. Todo aquello perdura. Sin desconocer que las luchas obreras, a los largo del tiempo, lograron infinidad de reivindicaciones,

No aceptar el activismo social, la cultura del pueblo, su lucha por reivindicar derechos, el lograr una identidad americana en las corrientes obreras, es pretender ir contra la corriente. Aunque las fuerzas oligárquicas de siempre impulsen pretensiones de “transformación” para volver al punto cero de la explotación.

Entonces, no es raro que cualquier representante de esos intereses, llámese Javier Milei, o el de turno, traigan pretensiones reaccionarias que en siglo XXI dan gracia. Hasta que se cae en la cuenta de que las plantea alguien elegido por el pueblo, para estar donde está. Igualmente, no hay que inquietarse, porque como enseñan los tipógrafos lo que vale es buscar la dignidad.

Recordemos que, como en 1878, muchas otras veces en las calles, fabricas, universidades, el pueblo todo, trabajadores, intelectuales, hombres y mujeres supieron defender y luchar para que surja un pueblo digno. Con huelgas, opiniones, democracia, defendámonos de quienes pretenden ir contra los derechos y la dignidad del pueblo argentino.

*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires AABA. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA.

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