Victorio Pirillo critica el sistema político desde adentro. Como titular del Sindicato de Trabajadores de Vicente López se mueve como pez en el agua en el mundo de la política. Pirillo señala cómo los partidos políticos se han vaciado de ideología. Y critica la grieta, la política superflua que no planifica ni dialoga; lo viejo y trillado que obstruye a la mirada fresca. Parece que no da tregua con su descripción, pero tiene esperanza en un cambio político profundo y real.
Por Victorio Pirillo*
La nueva contienda electoral, como siempre, dará ganadores a todos los candidatos políticos (salvo al pueblo, único y eterno derrotado) sin excepción de partidos. Llegado el momento, como es costumbre, anunciarán de uno u otro lado que hicieron “la mejor elección de la historia”; o “una histórica elección”. Lo mismo da.
Así, y de esta perpetua manera, los hámsteres de la política seguirán girando en su aburrida rueda. Mientras se empecinan en mostrar que lo importante es la reyerta en el mundo de las y los votantes. Con mezquina actitud sumergen, a la ciudadanía, ahogándola bajo un cúmulo de declaraciones épicas.
Se esfuerzan en hacer creer que esa representación es lo principal. Y desechan lo principal a un lugar secundario. Así, por ejemplo, un programa vacunatorio, un acuerdo salarial, la inauguración de una parada de colectivos o un semáforo, asfaltar una calle, o cualquier anuncio económico se convierte en un hecho inédito, único e “histórico”.
Geoeconomía
La geoeconomía -que se origina como un desprendimiento de la geopolítica, para la toma de decisiones de las naciones poderosas-, un invento de la guerra fría que es la transformación de los enfrentamientos bélicos en económicos, en la Argentina está de fiesta. Ella, y los poderes mundiales que la operan, son los que más festejan.
Mientras tanto en nuestro país la política de los hámsteres, carente de planificación estratégica y diálogo, no es solo electoral. Sino que tiene como fin obstruir, para no recomponer el tejido social nacional, y su aparato productivo. Usa las intervenciones futboleras, fomentadas y sustentadas en la rivalidad eterna y en el odio social.
La repetitiva teatralidad electoral acordada y sobredimensionada es totalmente funcional a la geoeconomía del poder. Garantiza la perpetuidad del subdesarrollo. Es así que a nuestro país le fueron destrozando toda su industria, perdió mercados, se destruyeron hospitales, se alejó a los jóvenes de la escuela y las universidades.
Con desempleo, pobreza y analfabetismo. Partidos políticos vaciados de contenido ideológico. No existe en este territorio una democracia que sirva a un pueblo que hace años está obligado a optar en contra de alguien. Porque lo han privado del derecho a elegir. La eterna dirigencia de los hámsteres es de todos los colores partidarios.
Mecánica regresiva
Nada nuevo se puede hacer únicamente con todo lo viejo. Hoy se hace evidente que los que dicen ser no son. Y los que son, no mandan. Todo está hecho para entretener-distraer. Y así suben y bajan los actores de reparto de esta horrenda representación. Los falsificadores de opinión los asisten diariamente para que cumplan con su rol.
Solo hay lugar para reaccionarios que hacen de la violencia su negocio. Y su oficio. La Argentina se ha convertido en un país donde no hay justicia tampoco. Y si no hay justicia es peligroso tener la razón. Mientras tanto los de afuera se divierten. Y entre nosotros nos seguimos destrozando.
Todos saben que un individuo, sin función en este mundo, no tiene lugar ni acceso a una vida digna. Es hora de que salgamos de esta mecánica regresiva y pinina de conflictos perpetuos, generada por la estrategia de los opuestos. Porque todavía hay quienes se resisten a aceptar que la desvalorizada Nación tiene su destino sellado.
Todavía hay quienes esperan un cambio político profundo. En donde el ciudadano común sea el protagonista y goce de una vez, y para siempre, de sus plenos y postergados derechos.
*Secretario general del STMVL. Abogado. Escritor.
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