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«No nos consideramos víctimas; somos familiares»

El colectivo Historias Desobedientes: familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia presentó su libro, Escritos desobedientes, con testimonios de hijos, hijas y familiares de represores de la última dictadura. Fue el fin de semana en la parroquia Ntra. Señora de Carupá, que se levanta en el limite entre San Fernando y Tigre, en este municipio. Los organismos de derechos humanos -la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte y el Comisión de Derechos Humanos Pancho Soares- celebraron que se sumen a la lucha por los derechos humanos.

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Kalinec, la recopiladora de la obra (con micrófono)

Como parte de una recorrida por la región, que incluyó un encuentro con la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, en su sede en el sindicato de Judiciales en San Isidro (AJB) -sobre la cual el columnista, Héctor Rodríguez, escribió una líneas testimoniales imperdibles en este sitio-; y una charla en la asociación docente UDET, de Tigre, el colectivo Historias Desobedientes también estuvo el fin de semana en la parroquia Ntra. Señora de Carupá.

En ese templo tan paradigmático para el campo de derechos humanos regional, donde fue asesinado el párroco, Pancho Soares, el 13 de febrero de 1976, el colectivo que reúne a familiares -hijos e hijas sobre todo- de represores de la última dictadura que prefirieron no justificar, ignorar u ocultar las acciones de sus allegados en razón del vínculo familiar, presentaron el libro, Escritos Desobedientes, ante militantes de derechos humanos y feligreses.

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La bandera de víctimas del centro clandestino en Campo de Mayo, Carlos Propato, Iris Avellaneda, con varios de sus compañaros y familiares del colectivo Historias Desobedientes

El libro reúne diversos géneros -ensayo, poesía, posteos en redes sociales, entre otros- donde los familiares encontraron la posibilidad de expresar cómo era convivir con los represores y cómo resonaba el silenciamiento de ese miasma oculto en la relación familiar cotidiana. «Nosotros no nos consideramos víctimas; somos familiares» aclaró de entrada, Analía kalinec, recopiladora de los trabajos, ella misma hija de un represor condenado.

Organizaron el encuentro la Comisión de Derechos Humanos Padre Pancho Soares y la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, de la que forma parte el párroco, Jorge Marenco, de Ntra. Señora de Carupa, iglesia en el límite entre San Fernando y Tigre,. En el rincón cercano al ingreso del templo, donde se exponen objetos de la vida cotidiana del Padre Pancho, hubo una mesa desde donde seis familiares dieron sus testimonios de vida.

De “Historias Desobedientes: familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia” (nombre formal del gerupo), acompañaron a Kalinec, Viviana Cao (hija del Leopoldo Cao, médico militar); Bibiana Reibaldi (hija de Julio Reibaldi, inteligencia militar), Néstor Rojo (hijo de un policía de grupos de tareas, de Azul); Stella Duacastella (hija de un médico de Campo de Mayo), y Pablo Verna (hijo del cap. Julio Verna médico en Campo de Mayo).

Bienvenida

Tras las intervenciones militantes de entre el público preguntaron, valoraron y agradecieron la actitud franca y digna de los familiares. Los espacios de derechos humanos les obsequiaron remeras, y lo indiscutiblemente emotivo fue que hubo abrazos sentidos, como el que se estrecharon Iris Avellaneda, madre de Floreal El Negrito Avellaneda, y mujer de Floreal padre -los tres, víctimas de la dictadura, Iris fue torturada y El Negrito fue asesinado-, con tres de lasd mujeres del grupo de familiares: Stella Duacastella; Analía Kalinec y Bibiana Reibaldi. 

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El padre Jorge Marenco (con micrófono) párroco de Nuestra Señora de Carupá

El trabajador, Carlos Propato, víctima del terrorismo de Estado (testigo en la paradigmática causa Ford), les había agradecido –«Gracias por darse cuenta de que nuestra lucha es de corazón, por todos, por los 30.000. Muy contento de tenerlos de nuestro lado»-, y luego en diálogo con denorteanorte.com reconoció que al principio les había costado a las víctimas de la dictadura comprender la actitud de estos familiares, pero luego fueron muy bien recibidos.

«A nosotros en su momento nos costó recibirlos. Pensamos, analizamos qué había detrás, y nos dimos cuenta de que son parte de la sociedad que se fue enterando, venían de un mundo totalmente distinto, sus familiares fueron asesinos de un tiempo, pero ellos ahora están integrados en la lucha que nosotros tenemos en busca de la verdad, la memoria y la justicia«, explicó Propato, militante de toda la vida, torturado en dictadura.

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Escritos Desobedientes

Luego, Analía kalinec, explicó sobre el libro de los familiares: «La palabra escrita, como una forma de tramitar nuestras historias, era bastante común. Muchos de nosotros habíamos escrito, algunos habían escrito cuentos, otros en un blog, otros escribieron en su PC y no lo compartieron con nadie, o tenían posteos en Facebook; entonces surgió la idea ¿Por qué no juntamos eso y lo ponemos en un libro?En noviembre de 2018 salió el libro a la calle».

El libro fue autogestionado por el colectivo de familiares. Tiene un manifiesto, un prólogo, una suerte de epílogo –«lo recomendamos fervientemente el posfácio» destacó Kalinec-; pronunciamientos del colectivo y los escritos específicos de cada familiar. Algunos firmaron con nombre y apellido o iniciales, otros con seudónimo, hay textos ficcionados, otros autobiográficos. «Cada uno hizo su aporte como pudo» resumió Kalinec, que recopiló las obras.

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En la mesa: Stella Duacastella (hija de un médico de Campo de Mayo); Bibiana Reibaldi (hija de Julio Reibaldi, inteligencia militar); Viviana Cao (hija del Leopoldo Cao, médico militar); Analía Kalinec (hija del comisario Eduardo Kalinec de la policía federal: Néstor Rojo (hijo de un policía de grupos de tareas, de Azul); y Pablo Verna (hijo del cap. Julio Verna médico en Campo de Mayo)

Tanto Propato como Kalinec, ante la consulta periodística, descartaron de plano que el acercamiento entre el colectivo de familiares y los organismos de derechos humanos tenga que ver con la llamada «reconciliación», que sobre todo promueven personas o entidades sociales que buscan que se dejen de investigar y juzgar los delitos de lesa humanidad y contra la vida de ciudadanos, cometidos por civiles y militares durante la última dictadura.

«Esto -explicó Kalinec- no tiene nada que ver con la reconciliación. Lo primero que se ve en nuestra página web es un cartel que dice: «Nosotros no nos reconciliamos». Eso tiene que ver con otra lógica de pensamiento, la teoría de «los dos demonios», que equipara algo que nosotros tenemos en claro que fue terrorismo de Estado y la única manera, como sociedad, de subsanar tanto daño es a través de los juicios y conociendo la verdad».

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Las remeras de los organismos de derechos humanos

Propato por su parte, explicó también: «Tiene que haber justicia. No es posible la reconciliación. Los responsables tienen que pagar lo que hicieron y darse cuenta de que estuvieron terriblemente mal, y aparte, de las secuelas que dejaron en la sociedad. Hay 30.000 compañeros que desaparecieron. Esta parte (los familiares) está con nosotros. Pero si no pensarán así estarían en otro lado. Ser hijo de un genocida no es fácil. Les damos la bienvenida«.

Gustavo Camps

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