Opinión, Política, Por Juan José Prado, Salud

Eva Perón y la enfermería

Esta semana se conmemoró el Día Internacional de la Enfermería, y a la vez, en la CABA las y los enfermeros iniciaron un plan de lucha para ser reconocidos como profesionales, en lugar de “administrativos”. Varias jurisdicciones utilizan ese subterfugio para no reconocerle beneficios laborales y sueldos acordes a la profesión. En esta columna el abogado Prado recuerda que no es novedosa esa manera de actuar y la relaciona con reivindicaciones y acciones de Eva Perón –nacida también en mayo- en favor de la enfermería.   

Por Juan José Prado*

La prensa en general  replicó el recuerdo y el homenaje a Eva Perón, al cumplirse el 102 aniversario de su nacimiento, el 7 de mayo de 1919. Un amplio abanico de partidos políticos recordaron la figura de “la abanderada de los humildes” en su lucha por los derechos por los más necesitados. 

Esta semana, además, el 12 de mayo se conmemoró el Día Internacional de la Enfermería. Eva Perón, imbuida de la importancia del rol de la enfermería en la salud pública –entonces eran las mujeres las que más se volcaban a la actividad- se suma a la planificación de Ramón Carrillo y concibe la creación de la Escuela de enfermería 7 de mayo.

Allí se cursaba la carrera; y se reclamaba su jerarquización y consideración social. Duraba tres años la cursada. Más una especialización de dos años que podía abarcar transfusiones; puericultura; identificación de recién nacidos; auxiliar de laboratorio; o de anestesista, y también de radiología; fisioterapia;  psiquiatría y neurología.

Esta semana en la CABA -donde el Jefe de Gobierno es Horacio Rodríguez Larreta-   las y los enfermeros comenzaron un plan de lucha por mejoras salariales y para que se les reconozca la profesionalidad; pues para la administración del referente del PRO, esos  profesionales de la salud, muchos con título universitario, son “administrativos”.

Discriminación y prejuicio

Pareciera que en la CABA retornáramos a 1946/1947 cuando las “enfermeras” sufrían los prejuicios de la sociedad pacata de entonces. Eran descalificadas porque la mayoría provenía de origen humilde. Para el sector privilegiado “al decir de las malas lenguas”, las enfermeras “caían en la mala vida”. En rigor, se las discriminaba por ser mujeres y pobres.

Eva Perón tuvo que apelar a la vocación de la iglesia por los más pobres, al tratar de mitigar de las necesidades sanitarias de estos. Buscaba ganar así la consideración de la oligarquía. Recurrir a los ejemplos de la participación de la aristocracia inglesa en el reconocimiento a las  enfermeras luego de la segunda guerra mundial.

Colocó al frente de la Escuela a siete destacadas profesionales para jerarquizarla. Lucho contra discriminación y el prejuicio hacia una digna profesión. Se alineó con  Ramón Carrillo que incluyó a la enfermería como un factor clave en la planificación de la salud pública.

Para carrillo se debía programar una enfermera  cada cuatro camas. En un hospital de  cien camas lo mínimo indispensable eran veinticinco enfermeras. La estadística prueba el éxito del programa de jerarquización profesional. En 1946 el total de enfermeras era de  8.000; mientras que en 1953, con el impulso de Eva Perón, llegan a  18.000.

Profesión digna

La acción de la enfermería se incorporó a la Fundación Eva Perón. Entonces se incorpora la actividad en los barrios humildes. Y se extiende a todo el país, con el famoso Tren sanitario que recorrió el país y desde los rieles sumó consultorios con acceso gratuito a todos los humildes de la nación.

Cuando recordamos la historia por los derechos fundamentales, por la dignidad del ciudadano y ciudadana, observamos que hay conductas que se repiten. Por suerte, figuras como Eva Perón, dan testimonio de que la lucha no es en vano. Más allá de que aisladamente alguno se empeñe en mantener la degradación.

Enfermeras y enfermeros, en la actualidad, recogen el reconocimiento de la aprobación del pueblo que los respeta y aplaude por su digno trabajo por salvar vidas. La sonrisa del paciente, que con gratitud, le oprime la mano en su lecho de enfermo, es todo un reconocimiento a la profesionalidad, a prueba de burócratas.

Cuando estos pretenden repetir modelos y conductas del pasado, significa una anécdota triste que merece  ser ignorada por la historia. La historia que perdura es la que enaltece a las y los enfermeros. Al testimonio histórico grabado en la memoria de los argentinos la mezquindad política no le hace mella.

*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA

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