Educación, Opinión, Política Nacional, Por Juan José Prado

La guerra del agua

El abogado, Juan José Prado habla de un tema que la pandemia dejó a un costado. Pero constituye de vital importancia para la vida de todos. Muchos, y desde diferentes campos de la política y el conocimiento, advierten que en torno al agua se mueven cada vez más influencias y recursos, muchos y muy altos. El movimiento es para controlar, apropiarse y disponer de ese recurso vital que en lo cotidiano a muchos se nos aparece tan cercano, y tan fácil de obtener.

Por Juan José Prado*

Me llamó la atención el comentario del periodista (Tomás) Méndez en su programa en la 710, cuando destacaba algo que ya ha inquietado a la opinión pública. Méndez se refirió a  la conquista por el apreciado bien de la naturaleza,  el agua.

Algunos nos alarmamos cuando los diarios anunciaban que el agua cotizaba en la bolsa de Nueva York. Empresarios californianos ante la falta de ese elemento vital lo incluyeron como un insumo cotizable en la bolsa de valores.

Y ahora conmueven a algunos también las declaraciones periodísticas de la vicepresidenta Harris de los Estados Unidos, que señaló que como “ayer hicimos la guerra del petróleo, la guerra de la energía, iremos por la guerra DEL AGUA”. 

Es una declaración fuerte venida de una vice presidenta del país más poderoso. En marzo, en este contexto, el periodismo en  diarios, radios y canales interpretaba: “vienen por nosotros”, “por nuestras reservas hídricas”, “es la decisión de la  geopolítica de los imperialismos”.

Imágenes recordaban, como prueba vigente de la necesidad del agua, a los japoneses arrastrando una gran masa congelada, un iceberg,  desde el mar Ártico hasta sus islas para obtener el líquido elemento.

También nosotros tenemos “nuestras” fundaciones “protectoras” de la fauna y ecología del Iberá. Aunque curiosamente en manos de operadores extranjeros muy celosos de nuestra tierra, para “cuidar” el agua ¿De nosotros que somos los dueños?

O nos enteramos de los negocios espurios de Aranda, el segundo de Magneto, del grupo Clarín, para quedarse con parte de la preciada zona correntina, a saber:   el gran reservorio hídrico argentino.

La Constitución del ´49

Allí también hubo organizaciones de la sociedad civil y fundaciones nacionales, amén del pueblo correntino. Pero curiosamente también, esa lucha fue silenciada por los grandes medios y por supuesto en los que regentean Aranda y Magneto.

Ante estas cosas que están pasando en el siglo XXI, los argentinos debemos saber que el 11 de marzo de l949, a mediados del siglo pasado digamos, se dictó por Asamblea Legislativa Constituyente, la Constitución de 1949.

Aquella Asamblea fue elegida por la voluntad popular. Y el procedimiento se llevó a cabo conforme a la Constitución Argentina vigente en ese momento, desde 1853, cuya última reforma había tenido lugar en 1.898.

El artículo 40 de la Constitución de 1949 sostenía: “los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación…”.

Los visionarios legisladores peronistas sabían que  “vendrían por todo”. La Argentina de entonces era rica no solo en petróleo, gas, carbón, agua, sumado uranio, litio. Y sabían que el país  debía marcar su territorio soberano defendiendo sus recursos naturales.

Esa Constitución Nacional del ´49  fue derogada por un decreto “revolucionario” de los sediciosos que tomaron el poder en el golpe de Estado del ´55 –un precedente de los actuales Lawfare, si se quiere-.

 Y como si fuera poco, por otra “decisión revolucionaria”, los sediciosos de la “Revolución Libertadora –que otros recuerdan como “fusiladora”-  convocaron a una constituyente, la de 1957, avalada por radicales, socialistas, comunistas.

El deterioro

La “constituyente” ilegal del 57 borró también el artículo 40. De allí en más las riquezas naturales han sido bastardeadas mediante legislaciones que más que defender la soberanía, parecieran favorecer negociados e intereses de unos pocos.

¿Se recuerda hoy aquella aberración anticonstitucional? De la Constitución del ´49 solo quedó un artículo: el 14. Que sin duda recuerda aquella adelantada constitución social, contemporánea e inspirada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

La reforma del ´94, luego (está si democrática, no como la del ´57) federalizó la explotación minera, es decir transfirió a las provincias un atributo que era nacional, para favorecer, en la dispersión, la negociación de las corporaciones con gobernadores, menos poderosos que la Nación en su conjunto.

Así se entienden los casos de provincias como San Juan con la megaminería; Neuquén, Santa Cruz. Así llegamos a la actualidad, cuando el agua se cotiza en bolsa.

Hoy es vital su defensa. Mucho antes, un gobierno popular, había provisto las herramientas para que no fuéramos saqueados.

El deterioro de derechos imprescriptibles e inalienables de las riquezas naturales del pueblo argentino es un hecho político, que como docente de Derecho Constitucional enseñé y sigo enseñando a mis alumnos. Pedagógicamente he marcado el contexto político, y los  efectos sociales y económicos.

Enseñar con una mirada crítica sobre el relato oficial y aceptado, lo cual incluye interpretar a la luz de los acontecimientos, para nada constituye “una bajada de línea” como algunas o algunos opositores a gobiernos populares han querido resaltar. En este caso del agua se podría pecar de nacionalista, aunque nunca de nazionalista.

*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA

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