Del País, Opinión, Por Juan José Prado, Salud, Vacunación COVID-19, Vicente López

La pandemia descorre el velo de la realidad sanitaria

Investigar y producir medicamentos localmente es una decisión política. En su columna, el doctor Prado se pregunta si la sociedad argentina elegirá un camino que conduzca a la soberanía; lo cual implica la producción por y para  las y los argentinos en primer término; o elegirá la dependencia del su sistema sanitario. Pone en tela de juicio la validez ética de las patentes; y sostiene que hay antecedentes suficientes para abordar los desafíos del camino soberano.

Por Juan José Prado*

Quien escribe no es un especialista en sistema sanitario. Sino simplemente un ciudadano que por edad puede expresar experiencias vividas cuando necesitó del amparo de la salud de los suyos y de la propia.

En esta columna de opinión, por caso, nos hemos expresado sobre la necesidad de una política de Estado al referirnos a los “sistemas de salud”, o al estatus de “las enfermeras de Evita” en nuestra historia nacional.

En ese camino emprendido me referiré a lo expresado por nuestra vicepresidenta, Cristina Fernández, cuando no hace mucho tiempo manifestó que es momento de resolver la política sanitaria, con lo cual puso en cuestión los sistemas sanitarios del país, la salud pública, la política de las obras sociales, y la actividad privada.

Bastó el enunciado de una necesaria discusión para que se alzaran voces de aquellos que por ver el árbol no  advierten el universo del bosque. La pandemia en su circulación por todo el planeta nos ha invadido y reclama de un sistema de prevención.

Entre nosotros, han advertido los especialistas del tema, los sistemas de prevención y atención de salud fueron y son extremadamente tensionados por esta emergencia desatada por la pandemia.

Estrategias de prevención y atención

Destacan lo que hemos denunciado, por ejemplo, en nuestro artículo sobre las enfermeras de Evita (leer aquí). Que las y los encargados de la atención, las y los trabajadores, están agotadas, sobreocupadas y mal pagas.

Nuestro país posee un sistema de atención de salud diferente al de otros. Pues como consecuencia de nuestras realidades políticas, económicas y sociales desarrollamos  un sistema público -para los pobres-; de obras sociales –para los afiliados a sindicatos-; y un sistema privado –para los segmentos de medios y altos recursos-.

Un dispendio de recursos económicos, en primer término. Y con una necesaria unificación de política sanitaria, que demanda estrategias de prevención y atención de la salud, que no omitan la segregación territorial, las condiciones de vida y la cobertura existente.

La pandemia nos puso frente a la necesidad urgente de abordar el tema de las capacidades y los obstáculos para la investigación y producción de medicamentos y vacunas a nivel local.

Soberanía sanitaria

Incursiono sobre este último tópico, y tal como lo manifestaron los investigadores de la Universidad de Quilmes, me pregunto si estamos dispuestos a recorrer un camino que conduzca a la soberanía -lo que parece que este gobierno si lo está- o elegimos la dependencia del sistema sanitario.

Teniendo en cuenta que el primer camino implica la producción de medicamentos y vacunas localmente, es preciso poner en cuestión la validez ética de las patentes; una modalidad de producción monopólica, producto de considerar un medicamento como un bien del mercado, y no social.

Quienes sostienen la validez a ultranza de las patentes, sostienen el signo mercantil que maneja el actual complejo médico industrial farmacéutico; un conglomerado financiero global y concentrado.

El país tiene herramientas, capacidades humanas formadas y reconocidas, establecimientos, ingenieros creativos reconocidos internacionalmente. Esto nos permite afirmar esperanzadamente, y con sentido nacional, que el camino a la soberanía del sistema sanitario dispone de antecedentes suficientes.

Un nuevo horizonte se percibe para esta Argentina que surgirá como el ave fénix de las cenizas  de la pandemia. Con la política de apoyo al desarrollo de la industria médica podríamos ubicarnos en la división internacional del trabajo y producir medicamentos y vacunas para la demanda interna, y eventualmente, la exportación.

*Abogado. Ex presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires. Miembro de la Mesa Directiva de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos). Gran Maestro de la UBA

Dejar una respuesta