Por Gustavo Camps*
Las redes sociales son uno de nuestros ámbitos. Allí está parte del mundo que los periodistas de antaño recorrían en las calles para obtener sus historias. Estos días las redes nos pusieron un espejo, al menos a los periodistas de este portal. Un hombre del espectáculo regional fue escrachado con nombre y apellido de abuso machista, por una mujer con nombre y apellido, que además hizo saber que realizó la denuncia en la fiscalía de género.
Debatimos mucho antes de decidir que no íbamos a particularizar esa denuncia. Argumentos técnicos desde el periodismo nos sobran, dos básicos y facilistas son que no tenemos estrictamente una sección judicial ni publicamos policiales (si la denuncia llega a mayores y toma ese camino); y que el canal adonde transita la denuncia de la joven víctima de machismo, es el mismo -las redes sociales de Internet- por donde transita el portal de noticias.
Por otra parte, las entidades colectivas donde se mueve el denunciado, al menos las más relevantes, tomaron decisiones sobre su membresía mientras el tema se resuelve. Y no es la primera vez, ni siquiera en nuestra zona que es un pequeño botón de muestra, que se escrachan las actitudes de violencia machista de varones cis que lideran o encabezan, o forman parte de grupos o tienen actividades que, para tener sentido, se desarrolla en el ámbito público.
Lo cierto es que nos pareció más útil denunciar el machismo como práctica arraigada entre los varones cis de nuestra sociedad, pues los denunciados no necesitan usar un oficio -¿acaso no podría haber sido cartero, mecánico dental, policía, periodista desde ya, o chofer?-, sino que, en todo caso, usan el poder de un patriarcado ancestral que le enseñó, y enseña, que ser macho otorga derechos. Lo hizo uno, lo hicimos muchos, lo hacemos por ser varones.
Las mujeres no lo aceptan más con sumisión. Marchan miles. Nos escrachan como en el caso que dio origen a esta nota. Nos denuncian ¡El patriarcado se va a caer/se va a caer! es un aviso más que una consigna. Porque lo están viendo avisan las mujeres, y el que avisa no traiciona ¿Cuántas más tienen que denunciar y escrachar? ¿Cuántas más tienen que ser violentadas? ¿Cuántas más tienen que morir? ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esto?
Está claro que en el caso particular, seguramente para la víctima es sanador poder decir el nombre del victimario y situarlo como tal. Y el señor público hace más ruido al caer que el ignoto. También es cierto que si todas usan la red para escrachar y denunciar, hasta Internet va a quedar chica. No nos hagamos más los distraídos. Los periodistas de este sitio no nos excluimos. Somos nosotros los varones los que tenemos que cambiar. Ya es hora.
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